Page 137 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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HISTORIA DE    LA  CIVILIZACIÓN PERUANA       133

    pañolizado de Mama 0cello, nombre qne vemos transformado su-
    cesivamenté en ullari  y ollero en el sentido de aillo que supo labrar
    utensilios de barro.
        ¿Qué pudo determinar a ambos ajares, el pudiente  y el in-
    dustrial, a expatriarse de la hoya del lago, en los precisos ins-
    tantes del triunfo de la confederación serrano-costeña de que for-
    maron parte, sobre las gentes de Tiahuanaco?
        Cualesquiera que ellas hayan sido ¿no deberemos ver en ellas
    una manifestación más de la ley de traslación que arrastró a las
    civilizaciones peruanas de una a otra  orilla del continente de
    América ?
        Los dichos ayares Capaes  y Sañucs, oriundos del Collao de
    aquende la raya del Desaguadero, esto es, del Collao peruano pro-
   piamente dicho, habían sido desprendidos siglos atrás, por los
   grandes caciques s'erranos de que dependieron a poblar los valles
   de Moquegua y   Tacna.
        Su condición de costeños de elección habíalos convertido en
   hábiles agricultores.
        Lupacas o como quien dice hijos de tierras de sol en virtud
   de su residencia costeña, su mente más despejada, más asequible
   a las impresiones de la vida ambiente, más poética  y  si se quiere
   más filosófica, tuvo la intuición de una religión más elevada que
   la vieja religión de los Muertos, esto es, la del Sol; de ese Sol del
   cual se dijeron hijos al tomar para sí la denominación de lupacas,
   siendo así que lupi es Sol en la lengua collagua o aimara.
       Bien  es verdad que aquella fórmula religiosa habría sido
   aceptada, con el transcurrir de los años por sus hermanos del Al-
   tiplano, sus aliados en la cruzada contra Tiahuanco, mas así y
   todo un instinto les dió a comprender que era del caso buscar para
   su propio sino  y  para su propia patria futura un ambiente más
   adecuado a sus propias miras.
       El éxodo memorable que en tal forma había venido incubán-
   dose, se llevó a cabo  y  la confederación neocollagua que, de seguir
   conteniendo en su seno a los dos aillos que se decían “hijos del
   Sol”, habría acabado por constituir un Estado colla fuerte  y  via-
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