Page 354 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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          Taquini (literalmente golpear),  y  tussuna, dijeron los que-
      chuas por bailar  a tiempo que los collas dijeron thocoña, dentro
      de la acepción onomatopéyica de golpear  el suelo con el pie, o
      zapatear.
          En una sociedad eminentemente labriega, reatada a la madre
      tierra, como fué la peruana, el baile se relacionó, por los que lla-
      maremos su cronología  y  sus pases, con las efemérides de la vida
      de los campos.
          Haillicuni. (Véase: Mossi: Diccionario quechua castellano) es
      un verbo de la lengua quechua sin su correspectivo en otros idio-
      mas. Significó  “  danzar cantando la victoria de la chacra que se
      acaba”, esto es danzar al término de ciertas faenas de chacaristas,
      con acompañamiento de alegres cantares, cuyo tema obligado son
      el cultivo de la tierra  y  los goces humildes de la vida campestre.
          La siembra, la apertura de acequias, el desmonte de terrenos
      boscosos, la siega, se remataron con danzas  y  cantares gozosos, tal
      cual ocurrió en la Arcadia de los poetas.
          En otras palabras, el baile no religioso, tuvo entre los anti-
      guos peruanos un valor eminentemente campestre
          Pasemos a explicar el religioso.
          El baile que se bailó al compás de la melodía denominada
      huayñu, se llamó, de igual manera, huayñu, o sea el muerto.
          Fué una suerte de baile piadoso  y  elegiaco.
          Como su nombre lo da a entender, se bailó a presencia de los
      muertos, o de las momias que toda comunidad veneró al final de
      los ágapes sagrados practicados en su recuerdo.
          Se supuso que el muerto bailó los dichos bailes.
          De allí, cierta tiesura del busto del danzante, el cual trató de
      copiar la rigidez de la momia,  y  cierto leve acurrucarse de su
      pareja, con el objeto de ocultar bajo la saya, a raíz del suelo, sus
      pies movidos a compás del ritmo de la danza.
          Son detalles, éstos, que sólo se revelarán a quien sepa de las
      antiguas costumbres  y  de las antiguas preocupaciones de la raza,
      en los bailes bailados en la sierra del Perú  y  Bolivia.
          La música a cuyo sonido se ejecutaron las dichas danzas fué
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