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136 JACQUES VALLEE PASAPORTE A MAGONIA 137
sería probablemente la imagen que mejor expresaría todo su sig- nos días. Su traje era brillante y se hinchó en cuanto el miste-
nificado. rioso personaje tocó el suelo. Los pantalones parecían estar per-
Douglas corrió a la primera casa pidiendo socorro. El propie- fectamente sujetos a las botas. Sobre el pecho llevaba un curioso
tario, un tal señor Rivas, había fallecido la víspera, pero su fa- recipiente cuadrado, que emitía destellos de luz de manera inter-
milia, que lo estaba velando, manifestó que al tiempo que oyeron mitente.
los gritos de Douglas, las velas de la estancia mortuoria y las En el interior de la esfera, que seguía cerniéndose inmóvil
luces eléctricas de la casa se volvieron verdes, y se notó el mismo sobre el jardín, los tres muchachos pudieron ver a varios seres de
olor acre. Corrieron a abrir la puerta y ante ellos apareció Dou- aspecto más o menos humano, sentados ante tableros de mando,
glas empuñando un revólver y defendiéndose del chaparrón con «accionando botones y pulsando interruptores».
el poncho puesto sobre la cabeza. Las luces de la calle también Cuando el gigante que estaba en el jardín hizo un movimiento
habían cambiado de color. Sin duda ésta fue una de las escenas como si quisiera agarrar a uno de los niños, Fernando cogió una
más fantásticas que figuran en los ricos archivos de la ufología. piedra para tirársela..., pero quedó paralizado cuando el hombre
Eugenio Douglas fue llevado a la comisaría de policía, donde espacial le miró directamente a los ojos. El gigante volvió enton-
todos vieron claramente las quemaduras que presentaba en la ces a la esfera, utilizando esta vez los rayos de luz como «ascen-
cara y las manos. Se supo que la Policía había recibido numero- sor», pero manteniendo ahora los brazos apretados al cuerpo. Los
sas llamadas telefónicas preguntando por la razón del cambio de niños ya no tenían miedo, aunque después no supieron explicar
color en el alumbrado, pero las autoridades atribuyeron estos cam- qué sintieron entonces. Cuando la esfera se fue, estaban seguros
bios a irregularidades en el suministro de la energía..., aunque de que el gigantesco astronauta no había venido a hacerles daño,
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esto, por supuesto, no explicaría el cambio en la coloración de las y, de la misma manera irracional, sabían también que volverían .
velas, suponiendo que no fuese una simple ilusión. Douglas fue En Brasil tuvo lugar, seis años antes, un incidente que ocupa
sometido a revisión médica, y se comprobó que las quemaduras en los anales ufológicos el alto lugar que ciertamente merece, gra-
habían sido causadas por una radiación semejante a los rayos ul- cias a la excelente investigación que realizó en su día el malogrado
travioleta (según Douglas, sintió una quemadura cuando le alcanzó doctor Olavo Fontes, de la Escuela Nacional de Medicina de Río
un rayo rojo). Cuando los habitantes del poblado se dirigieron al de Janeiro, quien entrevistó y examinó al testigo, Antonio Villas
lugar donde había quedado estacionado el camión, encontraron Boas, de la localidad de Sâo Francisco de Sales, en el Estado de
huellas de enormes pisadas, casi de medio metro de longitud, que Minas Gerais.
poco después fueron borradas por la lluvia . La noche del 5 de octubre de 1957, Antonio y su hermano se
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A finales de agosto de 1963, en las afueras de Sagrada Familia, acostaron alrededor de las once. A causa del calor, Antonio deci-
en el Brasil, tres muchachos, Fernando Eustagio, de once años, su dió abrir los postigos de la ventana, y vio entonces una luz pla-
hermano Ronaldo, de nueve, y un vecino llamado Marcos entraron teada en el corral, semejante a la de un faro de automóvil en-
en el jardín de la familia Eustagio para sacar agua del pozo. De focado hacia abajo. Más tarde, volvió a mirar, junto con su her-
pronto vieron una esfera suspendida sobre los árboles, en el inte- mano Joño, y ambos vieron que la luz seguía allí, después avanzó
rior de la cual distinguieron cuatro o cinco hileras de personas. hacia la casa, iluminando el tejado antes de desaparecer.
Se abrió una especie de puerta bajo la esfera, y de ella salieron El segundo episodio tuvo lugar la noche del 14, probablemen-
dos rayos de luz hacia abajo. Como si se deslizara por ellos, un te entre las 9,30 y las 10. Antonio estaba arando de noche, en
esbelto ser de tres metros de alto descendió al jardín, para reco- compañía de su hermano, un campo situado en un llano, a orillas
rrer entonces unos seis metros en una extraña postura: tenía el de un río. Un tractor arrastraba al arado. Alrededor de las once
torso muy rígido y erguido, las piernas separadas y los brazos ex- de la noche, Antonio señaló a su hermano la presencia de una luz
tendidos. Balanceaba su cuerpo de derecha a izquierda, como si en el cielo, que cambiaba de posición cada vez que los labradores
tratara de recuperar el equilibrio, y después se sentó en una roca. daban la vuelta al llegar al extremo de un surco. Cuando aquella
Los tres niños observaron que el gigante llevaba un casco trans- luz se acercó a los dos hermanos, éstos se asustaron, desengan-
parente y que en el centro de la frente tenía lo que ellos descri- charon el arado y volvieron al pueblo con el tractor.
bieron como un «ojo» oscuro. Calzaba botas altas, provista cada A la noche siguiente, alrededor de la una, Antonio se encon-
una de ellas de una especie de espuela triangular, que dejó una traba solo en el campo. Una luz parecida a una estrella se apro-
huella extraña en la tierra blanda, la cual persistió durante algu- ximó a gran velocidad, para inmovilizarse, pocos segundos des-