Page 74 - pasaporte a magonia jacques vallee
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    su madre, que  se encontraba  en el  dormitorio  con  sus hijos.  Unos       cedentes  del  período  más rico, por  lo  que  se refiere  al número  de
    diez  minutos  después  vio  algo  que  describe  como  una  «barra  de      aterrizajes  registrados,  de  la  historia  de  los  OVNIS.  Como  el  lec-
    luz»,  que  parecía  deshacerse.  Levantóse  y  se  dirigió  a  la  habita-  tor  habrá  adivinado,  me  refiero  al  célebre  otoño  francés  de  1954.
    ción  oscurecida,  donde  encontró  a  su  mujer  y a  los  niños,  que         El  primer  caso  se  registró  el  9  de  octubre.  Cuatro  niños  que
    habían  visto  también  la  barra  de  luz.  No  vio  salir  al  personaje   habitaban  en  Pournoy-la-Chétive,  en  la  región  del  Mosela,  infor-
    vestido  de  blanco,  y  su  esposa  declaró  rotundamente  que  su  hija    maron  que  hacia  las  seis  y  media  de  aquel  día,  mientras  estaban
    no  había  estado  en  la  habitación  en  ningún  momento.  No  hay         patinando  con  patines  de  ruedas,  vieron  de  pronto  un  objeto  lu-
    pruebas  físicas  de  la  presencia  del  humanoide  en  la  casa.           minoso  cerca  del  cementerio:

                                                                                         Era  una  máquina  redonda  de  unos  2,50  m  de  diámetro,  que
                              «LAS  ROCAS  ESTABAN  LLENAS  DE  ELLOS»                descansaba  sobre  tres  patas.  Una  especie  de  hombre  salió  de
                                                                                      ella.  Llevaba  en  la  mano  una  lámpara  deslumbradora,  que  nos
       En  la  isla  de  Aramore,  un  viejo  llamado  Patsy,  que  ya  hemos         cegó.  Pero  pudimos  ver  que  tenía  ojos  grandes,  un  rostro  pe-
    presentado  a  nuestros  lectores  en  el  capítulo  II,  contó  a  Walter        ludo  y  que  era  muy  bajito,  de  poco  más  de  un  metro.  Vestía
    Wentz  una  «historia  verdadera  sobre  las  hadas»                              una  especie  de  saco  negro  parecido  a  la  sotana  del  señor  cura.
                                                                                      Nos  miró  y  dijo  algo  que  no  entendimos.  Entonces  apagó  la
                                                                                      lámpara.  Cogimos  miedo  y  echamos  a  correr.  Cuando  nos  vol-
            Hace  unos  veinte  años,  por  los  alrededores  del  Bedd  of  Der-     vimos  para  mirar  hacia  atrás,  vimos  algo  en  el  cielo:  estaba
         mot  y  Grania,  justamente  ahí  arriba  en  el  monte,  fueron  vistas     muy  alto,  era  muy  brillante  y  volaba  a  gran  velocidad.
         muchas  hadas,  multitudes  de  ellas,  y  un  solo  corzo.  Ellas  em-
         pezaron  a  darle  caza  y  lo  siguieron  hasta  el  otro  extremo  de  la  El  segundo  caso  es  un  clásico.  Sucedió  el  domingo  26  de  se-
         isla.  En  otra  región,  la  misma  gentecilla  persiguió  a  un  caballo.  tiembre  en  Chabeuil  (Drôme).  Alrededor  de  las  dos  y  media  de  la
         Las rocas estaban llenas  de ellas, y había también hombrecitos...
                                                                                 tarde  de  ese  día,  Madame  Leboeuf  se  hallaba  ocupada  recogiendo
                                                                                 moras  en  los  matorrales  que  bordeaban  un  sendero—  obsérvese
       Otra  persona  contó  a  Wentz  lo  siguiente:
                                                                                 que  es  casi  la  repetición  exacta  de  la  historia  del  «leprechaun»—
                                                                                 cuando
           Mi  madre  solía  decirme  que  había  visto  bailar  a  las  hadas
         en  los  campos  próximos  a  Cardigan,  y  otras  personas  las  han
         visto  alrededor  del  cromlech  que  está  en  lo  alto  de  la  colina.    su  perra  se  puso  a  ladrar,  y  luego  a  aullar.  Madame  Leboeuf  se
         Parecían  niños  de  corta  edad  vestidos  con  trajes  de  soldados  y     dio  vuelta  y  vio  al  animalito  al  borde  de  un  campo  de  maíz,
         tocados  con  gorros  rojos,  según  cuentan  algunos.                       frente  a  algo  que  ella  confundió  al  principio  con  un  espantapá-
                                                                                      jaros.  Se  acercó  y vio  que  el  espantapájaros  era  en  realidad  una
       Mientras  Wentz  recogía  material  folklórico  en  Irlanda,  efectuó          especie  de  pequeña  escafandra  de  material  plástico  transparente
    una  excursión  a  Ratra  en  compañía  del  doctor  Hyde,  y  allí  les          de  1  a  1,10  metros  de  altura  con  una  «cabeza»  igualmente
    contaron  la  siguiente  historia  acerca  de  un  «leprechaun»:                  translúcida.  Luego,  súbitamente,  descubrió  que  había  «una  cosa»
                                                                                      dentro  de  la  escafandra  y  que,  tras  la  transparencia  bastante
                                                                                      desvaída  de  la  «cabeza»,  dos  ojos  la  miraban;  al  menos  su  sen-
           Un  día,  me  hallaba  yo  recogiendo  bayas  en  un  seto,  no  muy       sación  fue  la  de  ojos,  pero  algo  más  grandes  que  los  ojos  hu-
         lejos  de  aquí,  cuando  sentí  el  impulso  de  levantar  una  piedra      manos.  Al  mismo  tiempo,  la  escafandra  empezó  a  avanzar  hacia
         plana que vi en  la zanja  donde me  encontraba. Y bajo esa piedra           ella  en  una  especie  de  progresión  rápida  y  bamboleante. 1
         había  la  criatura  más  pequeña  y  linda  que  yo  he  visto  en  mi
         vida, metida  cómodamente  en  un  agujero.  Era  un  hombrecito  no
         mayor  que  una  muñeca,  perfectamente  conformado,  con  boqui-          Entonces  Madame  Lebouef  huyó,  aterrorizada,  para  esconder-
         ta  y  ojos.  Volví  a  dejar  la  piedra  como  estaba  y  corrí  en  busca  se  en una  espesura  próxima.  Entonces,  se volvió,  miró y ya  no vio
         de  mi  madre,  pero  cuando  volví  con  ella  el  hombrecito  había   nada.  La  perra  seguía  aullando,  coreada  por  todos  los  canes  del
         desaparecido.                                                           pueblo.  Repentinamente, un  gran  objeto  circular y  metálico  surgió
                                                                                 un  poco  más  lejos,  entre  los  árboles,  alejándose  hacia  el  Nordes-
       Como  estamos  llegando  ya  a  la  idea  central  de  esta  obra  ci-    te.  Algunas  personas  que  oyeron  los  gritos  de  terror  de  Madame
    taré  dos  historias  más,  ambas  informes  sobre  «aterrizajes»  pro-      Leboeuf  corrieron  hacia  ella.  En  el  lugar  donde  había  despegado
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