Page 159 - I. Origen de los indios de Amrica. II.Origen y civilization de los indgenas del Peru
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Si se trata de averiguar á cuál raza pertenecían aquellos
hombres civiliíados, bien se puede conocer que los Indios
de América se acercan más, en general, á la raza amarilla
que á la blanca y la negra; á lo mencs, esta es la opinión
de Topinard, que en su Antropología observa que "el Ame-
ricano tiene en su conjunto muchos puntes de contacto con
el tipo de la raza amarilla, relativo á caracteres de primer
orden." Sin embargo, la forma de les Indios del nordeste,
sus ritos, ceremonias, costumbres y otras particularidades,
han hecho suponer también que entre sus antepasados con-
taban hombres blancos; suposición que parece tanto más
admisible, por haberse probado que los Escandinavos (sin
remontarnos á épocas más lejanas), tuvieron relaciones con
la América del Norte desde el siglo x de la era cristiana.
Debemos recordar, á este respecto, la debatida cuestión
iniciada por algunos etnógrafos y antropólogos, tocante á
que, según pretenden, los primitivos habitantes de América
habían pertenecido á la raza blanca. Si frente á este su-
puesto presentamos la tradición que prevalece entre los In-
dios del sud de Colorado, de Nuevo México y Arizona, no
hay duda que una raza antiquísima de hombres blancos, su-
periores á eilop, habrías sido sus antepasados (1). Dicha tra-
(1) Estos indios, que son los Apaches, Navajos, Zunis, Moquis y otros de
las comarcas indicadas, conservaban, en tiempo de la conquista española,
la tradición de haber habido entre sus antecesores, grandes tribus de hom-
bres blancos, superiores á ellos en civilización. "Hace muchas, muchísimas
vides, decían, vivía en este país una raza blanca muy numerosa y muy be-
licosa: hacían expediciones lejanas, conquistaban muchas tribus y traían
muchos esclavos: de éstos procedemos nosotros los Apaches. Los esclavos
eran los que excavaban las ciudades subterráneas y cultivaban el maiz.
Llegó un tiempo en que los blancos se vieron empeñados en una guerra muy
lejos, en el norte, y unos tras otros, todos los guerreros tuvieron que mar-
char á la pelea; quedaron sólo las mujeres, los ancianos y los niños. En-
tonces los esclavos vieron que era llegada la hora de recobrar su libertad:
Cüncertaron todos, y Qn un día determinado se alzaron, destruyeron cu^uU)
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