Page 4 - Coleman
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Richard Coleman









        que podía convivir con la anterior. Ahí llegué a la conclusión que tenía que hacer canciones más



        grooveras, con más ritmo. Me encontré con una influencia pospunk o new wave que tenía un poco



        relegada. Desde Talking Heads o Blondie al pospunk de Gang of Four o el funk blanco, el funk mal



        hecho, urgente y ansioso. A mí me cabe ese funk porque yo tampoco tengo esa cadencia negra



        natural. Me encontré con eso que yo había abandonado a fines de los 80 y ahí me doy cuenta



        que esa música no necesita a la canción como historia sino que con una parte A y una parte B y



        las palabras puestas inteligentemente pueden ser unidades independientes. En todos los versos



        puedo decir cosas distintas y no tienen que tener un hilo, un relato unificado. Entonces me puse a



        componer desde la batería y el bajo. Agarré el bajo, programé unas baterías e hice una secuencia



        de cinco o seis demos en un período de un mes hasta que me empezó a salir algo que me gustó:



        “Días futuros”, “F-A-C-I-L” y “El agua no se puede ver” y luego empecé a escribir las letras ya con



        la lapicera floja, fluyó, se destapó la pluma.







        ¿Y la incorporación de Juan Blas Caballero como productor?




        En el 2016 fui formalmente a pedirle que el disco sonara de determinada manera. Por un lado


        quería embellecer las canciones desde la forma pero por el otro necesitaba un audio con grano




        que no estaba escuchando en mis discos anteriores, bajo y batería como una piña al estómago y


        la voz… El resto que se vaya descubriendo. Ese fue el planteo inicial con Juan Blas.








        ¿Cómo fuiste llamando a los músicos que tocan en el álbum?



        El primero al que llamo siempre es a Dany Castro, por más que yo toque los bajos en los demos.



        Yo lo necesito a Dany porque él toca como nadie, entiende mi música y me gusta cuando sonríe y



        me dice que la línea de bajo que hice le parece buena. A Gonzalo Córdoba le muestro los temas



        y él es como la otra voz de la banda, es el otro guitarrista. Yo tengo mi estilo pero la otra voz es



        la guitarra de Gonzalo. Entonces, o le dejo lugar para que resuelva o le doy la parte hecha para



        que la mejore. Sé lo que espero de cada músico y les dejo lugar para su propia creatividad, una



        combinación de cosas y de confiar en las cualidades de cada uno.








        ¿Hay una voluntad manifiesta de sonar en vivo como suena el grupo en el disco?



        Son dos disciplinas distintas. El audio de la grabación es independiente del vivo. Desde mi punto



        de visto defiendo la intención de no sonar en el vivo igual que en el disco. No es un objetivo para



        mí porque limita las dos cosas. Lo que hacemos es una representación en vivo de las canciones



        que están grabadas. No usamos ninguna pista y nos exponemos a los errores que son parte del



        juego y de la música.
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