Page 10 - Ominosus: una recopilación lovecraftiana
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considera en la introducción de Black Wings of Cthulhu (publicada en
castellano por Valdemar con el título de Alas tenebrosas) que es positivo
haber dejado atrás esa época en la que la influencia de Lovecraft se resumía
en escoger un profundo como personaje o en la imitación de la abigarrada
prosa del estadounidense, y agradece que el pastiche haya pasado de moda en
la literatura weird «seria». Por supuesto, esta afirmación resulta algo
paradójica si se tienen en cuenta los orígenes pulp del propio Lovecraft, y que
además, para que podamos reconocer un influencia lovecraftiana, tienen que
proporcionarnos necesariamente unos elementos reconocibles, más o menos
obvios, más o menos explícitos. Pero se esté o no de acuerdo con el juicio
valorativo que introduce el crítico, lo cierto es que las dos aproximaciones
existen: mientras algunos autores prefieren ampliar el universo clásico de los
Mitos con sus monstruos y sus temas recurrentes, otros autores —como
Ligotti, con las particularidades de su prosa y de su cosmovisión— han
conseguido ser asociados al horror lovecraftiano sin apenas hacer uso del
panteón o de la topografía del autor de Providence. En ambos enfoques, eso
sí, hace falta guardar un equilibrio entre la obviedad y la sutileza en la
ejecución.
En el pequeño muestrario de relatos que presentamos aquí se hace patente
que el adjetivo «lovecraftiano» va más allá de un mero coqueteo con el
tentáculo. Elizabeth Bear reivindica con «Shoggoths en flor» el uso del
[4]
pastiche clásico para «provocar una pelea con Lovecraft» : para combatir su
racismo y determinismo biológico, pues no hay que confundir el uso del
pastiche con la mera aceptación y repetición de los principios del original. Por
su parte, Caitlín R. Kiernan y Laird Barron resultan lovecraftianos sin echar
mano del cajón de los monstruos ni de las fichas de patronímicos de Nueva
Inglaterra; ambos trasladan la dramatización del espacio como protagonista,
tan común en Lovecraft y en gran parte de la literatura fantástica, al noroeste
del Pacífico en el caso de Barron y a la costa de California en el caso de
Kiernan. Con la guerra como hilo conductor en los tres relatos (como
liberación de los oprimidos, como pesadilla cuyas secuelas siguen
persiguiendo a quienes la viven), algunos revelan secretos que es mejor no
conocer, otros revierten el tópico del secreto y lo convierten en un
conocimiento a plena luz del día, pero todos con su voz, todos con una
perspectiva propia. Los temas y las obsesiones que una vez fueron de
Lovecraft lo son ahora de una cultura.
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