Page 189 - La sangre manda
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simposios. Lo sé, porque lo he investigado por internet.
—Holly, ¿no nos estamos desviando un poco del tema de su historia? ¿Y
de sus percepciones de esa historia?
No, pensó, porque esa historia ya está contada. Lo importante es lo que
viene a continuación. Espero que no sea nada, y probablemente no lo será,
pero nunca está de más asegurarse. La certidumbre ayuda a dormir mejor por
las noches.
—Quiero que hable de mi caso cuando vaya a esos congresos y simposios.
Quiero que lo describa. Escriba sobre él si lo desea, también eso me parecería
bien. Cuente en concreto que estoy convencida de haber encontrado a una
criatura que se regenera devorando el dolor de los moribundos, preséntelo
como delirio, no tengo inconveniente. ¿Lo hará? Y si alguna vez, alguna vez,
un colega terapeuta, en uno de sus encuentros o por email, le dice que tiene o
ha tenido un paciente que sufre exactamente ese mismo delirio, ¿podría darle
a ese colega mi nombre y número de teléfono? —Después, en atención a la
neutralidad de género (cuestión en la que ponía especial empeño), añadió—:
O a esa colega.
Morton frunció el ceño.
—Eso no sería muy ético.
—Se equivoca —corrigió Holly—. Me he informado de los aspectos
jurídicos. Hablar con el paciente de otro psicoterapeuta sería poco ético, pero
puede darle al psicoterapeuta mi nombre y mi número de teléfono si yo le doy
permiso. Y se lo doy.
Holly aguardó su respuesta.
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Detiene la grabación el tiempo suficiente para mirar la hora y tomar una
segunda taza de café. La alterará y le provocará acidez de estómago, pero lo
necesita.
—Vi que se lo pensaba —dice Holly al teléfono—. Me parece que lo que
decantó la balanza fue saber que, en su siguiente libro o artículo o aparición
remunerada, podría sacar mucho partido a mi historia. Y se lo sacó. Leí uno
de los artículos y vi el vídeo de una ponencia suya en un congreso. Cambia
los lugares y a mí me llama Carolyn H., pero por lo demás lo reproduce todo
con pelos y señales. Describe especialmente bien lo que le pasó a nuestro
maleante cuando lo golpeé con la cachiporra…, en ese punto el público ahogó
una exclamación en el vídeo. Y al final de la parte de sus conferencias en que
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