Page 201 - La sangre manda
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completa. Trabajaba en el Departamento de Policía de Portland. Me retiré a
los sesenta y ocho. Estuve allí los cuarenta que me correspondían y cuatro
más.
No solo artista, sino también poli, otro poli, piensa Holly. Primero Bill,
luego Pete, luego Ralph y ahora él. Una vez más se dice que una fuerza,
invisible pero poderosa, parece tirar de ella hacia esto, insistiendo
calladamente en paralelismos y continuaciones.
—Mi abuelo era un industrial, un capitalista, pero después los demás
hemos vestido de uniforme. Mi padre fue policía, y yo seguí sus pasos. Como
mi hijo siguió los míos. El padre de Brad, a él me refiero. Murió en un
accidente de tráfico mientras perseguía a un hombre, probablemente borracho,
al volante de un coche robado. Aquel hombre sobrevivió. Que yo sepa, puede
que aún viva.
—Lo siento mucho —dice Holly.
Dan pasa por alto su esfuerzo de condolencia.
—Incluso la madre de Brad participaba en el negocio familiar. Bueno, en
cierto modo. Era taquígrafa en un juzgado. Cuando murió, el chico se vino a
vivir conmigo. A mí me da igual si es gay o no, y al Departamento de Policía
también, aunque no trabaja para ellos a jornada completa. En su caso es más
bien un hobby. Básicamente se dedica a… esto. —Abarca el equipo
informático con un gesto de su mano deforme.
—Diseño audio para juegos —aclara Brad en voz baja—. La música, los
efectos, la mezcla. —Ha vuelto con un rollo entero de toallas de papel. Holly
coge dos y se las extiende en el regazo.
Dan continúa hablando, abstraído aparentemente en el pasado.
—Después de mis tiempos en coche patrulla…, nunca llegué a inspector,
ni quise…, trabajé sobre todo en la centralita, en la asignación de misiones. A
algunos polis no les gusta sentarse ante un escritorio, pero a mí no me
importaba, porque tenía otro trabajo, uno que me mantuvo ocupado hasta
mucho después de la jubilación. Podría decirse que esa es una cara de la
moneda. Lo que hace Brad, cuando solicitan su colaboración, es la otra cara.
Entre los dos, Holly, descubrimos a ese, con perdón, mierda. Lo tenemos en
la mira desde hace años.
Holly por fin ha dado un mordisco a su pastelillo, pero de pronto se queda
boquiabierta y una fea lluvia de migas cae sobre las toallas de papel de su
regazo.
—¿Años?
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