Page 206 - La sangre manda
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—El niño se llamaba Stephen Baltz —prosigue Dan—, y ese Paul
Freeman vio al niño quemado, quizá oyó sus gritos de dolor, porque, según
los testigos presenciales, el niño estaba consciente, al menos al principio. ¿Y
sabes qué pienso? ¿Qué he acabado creyendo? Que ese individuo se
alimentaba de eso.
—Por supuesto —afirma Holly. Se nota los labios adormecidos—. Se
alimentaba del dolor del niño y del horror de los transeúntes. De la muerte.
—Sí. Prepara la siguiente, Brad.
Dan se reclina en la silla, visiblemente exhausto. A Holly le trae sin
cuidado. Necesita conocer el resto. Necesita saberlo todo. El antiguo furor se
ha adueñado de ella.
—¿Cuándo empezaste a buscar? ¿Cómo te enteraste?
—Vi las imágenes que acabamos de ponerte aquella noche, en el Huntley-
Brinkley Report. —Advierte la perplejidad de Holly y esboza una sonrisa—.
Eres demasiado joven para acordarte de Chet Huntley y David Brinkley.
Ahora se llama NBC Nightly News.
—Si un canal independiente era el primero en llegar a un suceso
importante —explica Brad—, y conseguía buenas imágenes, vendía la
información a una de las grandes cadenas. Eso es lo que debió de pasar con
esto, y por eso el abuelo lo vio.
—Freeman fue el primero en llegar —dice Holly con actitud pensativa—.
¿Estás diciendo…? ¿Crees que Freeman provocó la colisión de esos aviones?
Dan Bell mueve la cabeza en un gesto de negación tan categórico que el
poco pelo que le queda se agita.
—No, sencillamente tuvo suerte. O jugó con las probabilidades. Porque en
las grandes ciudades siempre hay tragedias, ¿o no? Oportunidades para que
un ser como ese se alimente. Y quién sabe, a lo mejor una criatura así capta la
inminencia de grandes catástrofes. Tal vez sea como un mosquito, que huele
la sangre a kilómetros de distancia, ya me entiendes. ¿Cómo vamos a saberlo
si ni siquiera sabemos qué es? Pon el siguiente, Brad.
Brad pone el vídeo, y el hombre que aparece en la enorme pantalla es una
vez más Ondowsky… pero se lo ve distinto. Más delgado. Más joven que
«Paul Freeman», y más joven que la versión de Ondowsky que informó desde
cerca de la fachada lateral volada de la escuela Macready. Pero es él. El rostro
es distinto, el rostro es el mismo. El micrófono que sostiene muestra las letras
KTVT. Lo acompañan tres mujeres. Una de ellas exhibe un pin político de
Kennedy. Otra sujeta una pancarta, arrugada y en cierto modo mustia, en la
que se lee ¡HASTA EL FINAL CON JFK EN 1964!
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