Page 212 - La sangre manda
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tienes más preguntas, y tenemos que enseñarte una cosa más, pero
procuremos ser breves.
—Joel Lieberman —dice ella—. El psiquiatra que empezaste a ver en
Boston en 2018.
—¿Qué pasa con él?
—No fuiste a verlo porque pensaras que estabas loco, ¿verdad?
—Claro que no. Fui por las mismas razones, imagino, que tú fuiste a ver a
Carl Morton, con sus libros y sus conferencias sobre personas con neurosis
extrañas. Mi intención era contarle todo lo que sabía a alguien que cobraba
por escuchar. Y encontrar a alguna otra persona que tuviera motivos para
creer en lo increíble. Te buscaba a ti, Holly. Igual que tú me buscabas a mí.
Sí, es verdad. Aun así, piensa, es un milagro que nos hayamos reunido. U
obra del destino. O de Dios.
—Aunque Morton cambió todos los nombres y lugares en su artículo,
Brad no tuvo grandes problemas para localizarte. Por cierto, el ser que se hace
llamar Ondowsky no fue a informar desde la cueva de Texas. Brad y yo
examinamos las imágenes de todos los noticiarios
—Mi visitante no aparecía en las grabaciones —explica Holly—. En
algunas imágenes en las que debería haber estado entre una multitud, no
estaba. —Toca los dibujos de Ondowsky en sus distintas manifestaciones—.
Este otro elemento sale por televisión continuamente.
—Entonces es distinto —dice el anciano, y se encoge de hombros—. De
la misma manera que el gato doméstico y el gato montés son distintos pero
similares: la misma plantilla, distintos modelos. En cuanto a ti, Holly, apenas
te mencionaron en las noticias, y nunca por el nombre. Solo como ciudadana
particular que colaboró en la investigación.
—Pedí que se me excluyera —masculla Holly.
—Para entonces yo había leído sobre Carolyn H. en los artículos del
doctor Morton. Intenté ponerme en contacto contigo a través del doctor
Lieberman; viajé a Boston para verlo, cosa que no fue fácil. Sabía que,
incluso si no habías reconocido a Ondowsky por lo que era, tendrías buenas
razones para creer mi historia. Lieberman llamó a Morton, y aquí estás.
Un detalle inquieta a Holly, y mucho.
—¿Por qué ahora? —dice—. Sabías lo de ese ser desde hacía años, has
estado dándole caza…
—Dándole caza no —corrige Dan—. Sería más preciso decir que le he
seguido el rastro. Brad lo controla por internet desde aproximadamente 2005.
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