Page 223 - La sangre manda
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nuestras manos».
Bueno, piensa Holly, no todo. Descarga el archivo adjunto y luego llama a
Dan Bell. Espera que vuelva a contestar Brad, pero atiende el anciano,
relativamente rejuvenecido a juzgar por su voz. Para eso, no hay nada como
una siesta; Holly echa una siempre que puede, aunque de un tiempo a esta
parte la oportunidad no se le presenta tan a menudo como quisiera.
—Dan, soy Holly. ¿Puedo hacerte una pregunta más?
—Adelante.
—¿Cómo pasa de un empleo a otro sin ser descubierto? Estamos en la era
de las redes sociales. No me explico cómo se las arregla.
Durante unos segundos no se oye más que su respiración afanosa con
ayuda del oxígeno.
—Brad y yo hemos hablado de eso —dice finalmente—. La verdad es que
no sabemos cómo se las ha apañado a lo largo de los años, pero nos hacemos
una idea. Ese individuo… eso… Espera, Brad quiere que le dé el maldito
teléfono.
Se produce un cruce de palabras que no alcanza a distinguir, aunque capta
lo esencial: al anciano no le gusta que lo mangoneen. A continuación Brad se
pone al aparato.
—¿Quieres saber cómo consigue empleos en la televisión una y otra vez?
—Sí.
—Es una buena pregunta. Francamente buena. No podemos estar seguros,
pero creemos que trepa.
—¿Trepa?
—Así funcionan los medios de comunicación. Los periodistas que
destacan en la radio y la televisión van ascendiendo en los grandes mercados.
En esos sitios siempre hay al menos un canal de televisión local. Pequeño. Sin
afiliar. El sueldo es una miseria. Básicamente se ocupan de asuntos
comunitarios. Cualquier cosa, desde la inauguración de un puente hasta
campañas benéficas, pasando por reuniones del consistorio. Este individuo
sale al aire en uno de esos canales, lo hace durante unos meses, y luego
presenta una solicitud en una gran cadena utilizando las grabaciones del
pequeño canal local. Cualquiera que vea esas grabaciones llegará enseguida a
la conclusión de que hace bien su trabajo. Es un profesional. —Brad deja
escapar una breve risa—. ¿Cómo no va a serlo? Se dedica a eso desde hace al
menos sesenta años, maldita sea. La práctica hace al maes…
El anciano lo interrumpe. Brad le responde que ya se lo contará él, pero
eso a Holly no le sirve. De pronto se impacienta con los dos. Ha sido un largo
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