Page 105 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
—Oh, unos agentes de negocios de Charlotte y Columbia. Por el modo en que se comportaban anoche, habrías pensado que hacía años que no salían de juerga.
—Es probable.
—Ya, bueno... —Gabby podía oír cómo se movía ajetreadamente y pensó que se estaba vistiendo—. ¿Y tú, qué tal? ¿Qué hiciste ayer?
Ella titubeó.
—Nada interesante.
—Sabes que no podía librarme de esta convención. Lo sabes, ¿verdad? Pero de todos modos quería decírtelo. Intentaré llamarte más tarde, ¿de acuerdo?
—Vale. Aunque es posible que salga un rato.
—Por cierto, ¿cómo está Molly?
—Oh, muy bien.
—Creo que me gustaría quedarme uno de los cachorros. Son muy monos.
—Sólo lo dices para complacerme, para asegurarte de que no estoy enfadada contigo.
—Es lo único que deseo: complacerte. Oye, estaba pensando... Quizá podríamos escaparnos un fin de semana largo juntos a Miami, en otoño. Uno de esos chicos de los que te hablaba acaba de volver de South Beach y me ha dicho que hay un par de campos de golf muy cerca que merece la pena visitar.
Gabby se quedó callada unos momentos.
—¿Alguna vez has pensado en ir a África?
—¿A África?
—Sí. Simplemente para cambiar de aires, ir de safari, ver las cataratas Victoria. O si no es África, algún lugar de Europa, como Grecia.
—La verdad es que no. Y aunque quisiera, es prácticamente imposible que consiga los días de vacaciones necesarios. ¿Qué te ha hecho pensar en eso?
—Nada —contestó ella.
Mientras Gabby estaba hablando por teléfono, Travis llamó a la puerta. Un momento más tarde, ella apareció en el umbral, con el teléfono pegado a la oreja. Gabby señaló hacia el auricular y lo invitó a pasar. Él entró en el comedor, esperando que ella diera alguna excusa para colgar rápidamente el teléfono, pero en vez de eso, señaló hacia el sofá y se metió en la cocina. Las puertas batientes oscilaron detrás de ella.
Travis tomó asiento y esperó. Y esperó. Y esperó. Se sentía ridículo, como si lo estuviera tratando como a un niño pequeño. La podía oír mientras cuchicheaba y no tenía ni idea de con quién estaba hablando. Por un momento, contempló la posibilidad de levantarse del sofá y marcharse. Sin embargo, no lo hizo. ¿Cómo podía ser que ella le hiciera sentir así?
Al final, con las puertas batiéndose detrás de ella de nuevo, Gabby entró en el comedor.
—Lo siento. Sé que me he retrasado un poco, pero el teléfono no ha parado de sonar en toda la mañana.
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