Page 107 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
Ella señaló hacia la cesta que él había atado en la parte posterior de la moto con cuerdas elásticas.
—¿Qué hay para comer?
—Lo normal.
—¿Filete mignon, pastel de merengue y frutas, cordero asado, lenguado?
—Diría que no.
—¿Bollería industrial?
Él ignoró su tono irónico.
—Si estás lista, podemos irnos. Estoy seguro de que el casco te irá bien, pero, si no, tengo más en el garaje.
Ella enarcó la ceja sardónicamente.
—Y hablando de ese sitio tan especial, ¿has llevado a muchas mujeres allí? —No —contestó él—. De hecho, tú serás la primera.
Gabby esperó a ver si Travis añadía algo más, pero por una vez parecía hablar en serio. Ella asintió levemente con la cabeza y se acercó a la moto. Se puso el casco, se lo abrochó bajo la barbilla, y pasó la pierna por encima del asiento del pasajero.
—¿Dónde tengo que poner los pies?
Travis desplegó los pedales traseros.
—Tienes uno a cada lado. Y procura no tocar el tubo de escape con la pierna. Se calienta mucho y podrías quemarte. Y te aseguro que duele mucho.
—Lo tendré en cuenta. ¿Y dónde pongo las manos?
—Alrededor de mi cintura.
—Siempre dispuesto a que te abracen las mujeres, ¿eh? —replicó ella, con tono burlón—. Pues si estuvieras un poco más delgado, probablemente no sabría dónde agarrarme.
Travis se puso el casco y con un único y ágil movimiento se montó y puso en marcha la moto; esperó unos segundos a que se calentara el motor. No era tan ruidosa como otras motos, pero Gabby podía notar la leve vibración en el asiento. Notó una inevitable emoción, anticipando la aventura, como si estuviera sentada en la vagoneta de una montaña rusa que de un momento a otro fuera a ponerse en movimiento, sólo que esta vez sin cinturón de seguridad.
Travis empezó a conducir con suavidad. Bajó de la acera y se metió en la calle. Gabby se agarró a sus caderas, pero tan pronto como lo tocó, pensó en los músculos flexores de sus caderas y notó una rigidez en el vientre. Por eso o por el hecho de estar estrechándolo entre sus brazos, pero pensó que no estaba lista para soportar aquella tensión. Mientras la moto empezaba a acelerar, se dijo a sí misma que era mejor no estrecharlo con demasiada fuerza, ni mover las manos ni un milímetro, sólo mantenerlas firmes, como una estatua.
—¿Qué has dicho? —preguntó Travis, ladeando la cabeza.
—¿Qué?
—¿Has dicho algo sobre las manos y una estatua?
Gabby no era consciente de haber expresado sus pensamientos en voz alta. Se aferró con más fuerza a sus caderas, intentándose convencer de que sólo lo estaba haciendo para no caerse.
—Decía que mantengas las manos firmes, como una estatua. No quiero sufrir un accidente.
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