Page 159 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
«¿Qué tal están las niñas? Pero esta vez dime la verdad.» Travis empezó con el otro pie.
—Están bien. Te echan de menos, claro. Para ellas es muy duro. A veces no sé qué hacer.
«Lo importante es que estás haciéndolo tan bien como puedes, ¿no? ¿No es eso lo que siempre nos decimos el uno al otro?»
—Tienes razón.
«Entonces, no puedo pedirte nada más. Y ellas se recuperarán. Son más fuertes de lo que aparentan.»
—Lo sé. En eso han salido a ti.
Travis se la imaginó mirándolo a los ojos, con una expresión preocupada.
«Estás muy delgado. Demasiado delgado.»
—Es que últimamente no tengo apetito.
«Estoy preocupada por ti. Tienes que cuidarte. Por las niñas. Por mí.»
—Siempre estaré aquí, a tu lado.
«Lo sé. Y eso también me preocupa. ¿Te acuerdas de Kenneth y Eleanor Baker?»
Travis dejó de flexionarle el pie.
—Sí.
«Entonces, ya sabes a qué me refiero, ¿no?»
El suspiró y reanudó el ejercicio.
—Sí.
En su mente, el tono de Gabby se suavizó.
«¿Recuerdas cuando insististe en que todos fuéramos de acampada a las montañas el año pasado? ¿Cómo prometiste que a las niñas y a mí nos encantaría?»
El empezó a masajearle los dedos de las manos y los brazos.
—¿A qué viene eso ahora?
«Desde que estoy aquí, le doy muchas vueltas a todo. ¿Qué más puedo hacer? Pero a lo que iba, ¿recuerdas que cuando llegamos allí ni tan sólo nos preocupamos en montar la tienda, sino que simplemente descargamos la furgoneta —a pesar de que habíamos oído un trueno a lo lejos— porque tú querías enseñarnos el lago? ¿Y cómo tuvimos que caminar ocho kilómetros para llegar al lago, y que justo cuando llegamos a la orilla, los cielos se abrieron y empezó a diluviar? El agua caía del cielo como si nos hubiéramos colocado debajo de una manguera. Y cuando finalmente llegamos otra vez a la tienda de campaña, todo el material estaba empapado. Yo me enfadé mucho contigo y te exigí que nos llevaras a un hotel.»
—Lo recuerdo.
«Te pido perdón por mi reacción. No debería haberme enojado tanto. A pesar de que la culpa era tuya.»
—¿Cómo es posible que siempre tenga yo la culpa?
El imaginó que Gabby le guiñaba el ojo mientras le masajeaba el cuello, haciéndolo girar, con mucho cuidado, primero hacia un lado y luego hacia el otro.
«Porque me gusta ver cómo te sulfuras cuando lo digo.» Travis se inclinó hacia ella y la besó en la frente.
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