Page 160 - En nombre del amor
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—Te echo mucho de menos.
«Yo también.»
Notó un nudo en la garganta cuando acabó la tabla de ejercicios, consciente de que la voz de Gabby empezaría a disiparse, como siempre. Acercó la cara a la de su esposa.
—Sabes que tienes que despertarte, ¿verdad? Las niñas te necesitan. Yo te necesito. «Lo sé. Lo estoy intentando.»
—Tienes que darte prisa.
Ella no dijo nada y Travis supo que la había presionado demasiado.
—Te quiero, Gabby.
«Yo también te quiero.»
—¿Necesitas algo? ¿Quieres que baje las persianas? ¿Que te traiga algo de casa?
«¿Por qué no te quedas un ratito más aquí, sentado a mi lado? Me siento muy cansada.» —De acuerdo.
«¿Y me cogerás la mano?»
El asintió y acto seguido cubrió su cuerpo con la sábana de nuevo. Se sentó en la silla junto a la cama y le cogió la mano, luego deslizó el dedo pulgar por encima de su palma con suavidad. Fuera, la paloma había regresado, y más allá podía ver los nubarrones que empezaban a invadir el cielo, adoptando formas de otros mundos. Travis amaba a su esposa, pero odiaba en qué se había convertido la vida con ella y enseguida se regañaba a sí mismo por pensar de ese modo. Le besó la punta de los dedos uno a uno y se llevó la mano a la mejilla. Notó la calidez de su tacto y deseó percibir el más leve movimiento, pero cuando nada sucedió, la retiró y ni tan sólo se dio cuenta de que la paloma parecía estar mirándolo fijamente.
Eleanor Baker tenía treinta y ocho años, era ama de casa y madre de dos hijos a los que adoraba. Ocho años antes, había llegado a Urgencias vomitando y quejándose de un intenso dolor en la parte posterior de la cabeza. Gabby, que había accedido a cambiar su turno de guardia con una amiga, estaba de servicio aquel día, aunque no asistió a Eleanor. La mujer se quedó ingresada en el hospital y Gabby no supo nada de ella hasta el lunes siguiente, cuando se dio cuenta de que habían trasladado a Eleanor a la Unidad de Cuidados Intensivos cuando no se despertó el domingo por la mañana. Una de las enfermeras le dijo: «Simplemente se quedó dormida y ya no despertó».
Su coma tenía por origen un severo caso de meningitis vírica.
Su marido, Kenneth, un profesor de Historia en el Instituto East Carteret, era un tipo entrañable y simpático y se pasaba los días en el hospital. Con el tiempo, Gabby llegó a conocerlo; al principio sólo intercambiaban las típicas frases cordiales, pero a medida que transcurrían los días sus conversaciones se fueron ampliando. El adoraba a su esposa y a sus hijos; siempre llevaba un jersey impecable y unos pantalones bien planchados cuando iba al hospital y tenía por costumbre ponerse al lado de la papelera a beber un refresco cítrico. Era un católico devoto y Gabby a menudo se lo encontraba rezando el rosario al lado de la cama de su esposa. Sus hijos se llamaban Matthew y Mark.
Travis sabía todo eso porque Gabby se lo contaba después del trabajo. Al principio no, pero más tarde, cuando ella y Kenneth entablaron amistad, Gabby siempre le decía a Travis que se
NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
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