Page 172 - En nombre del amor
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—Porque te quiero.
El abrió la boca para responder, pero ella alzó la mano.
—Déjame acabar, ¿vale? —Hizo una pausa, como si pretendiera ordenar sus pensamientos—. Cuando Eleanor ingresó en el hospital, era obvio que Kenneth la quería muchísimo. Eso era lo que detectaba cada vez que hablábamos y, durante aquellos meses, supongo que él me contó toda la historia (cómo se habían conocido en la playa el verano después de acabar los estudios; que la primera vez que él le pidió para salir, ella le dijo que no, pero que al final consiguió que le diera su número de teléfono; que la primera vez que se le declaró fue el día en que los padres de Eleanor celebraban su treinta aniversario de boda). Pero Kenneth no sólo se limitaba a narrarme anécdotas, era como si las reviviera constantemente, una y otra vez. En cierto modo, me recordaba a ti.
Gabby le cogió la mano.
—Tú haces lo mismo, ¿lo sabías? ¿Sabes cuántas veces te he oído contarle a alguien cómo nos conocimos? No me malinterpretes, me encanta que lo hagas. Me encanta que mantengas esos recuerdos vivos en tu corazón y que signifiquen tanto para ti como para mí. Y la cuestión es que..., cuando lo haces, noto que te vuelves a enamorar de mí. En cierto modo, es la cosa más conmovedora que haces por mí. —Hizo una pausa—. Bueno, eso y limpiar la cocina cuando estoy demasiado cansada.
A pesar de la sensación de malestar que se había apoderado de él, Travis se echó a reír. Gabby no pareció fijarse en su mueca divertida.
—Hoy, sin embargo, he visto a Kenneth muy... amargado, y cuando le he preguntado por Eleanor, he tenido la impresión de que deseaba que estuviera muerta. Y cuando lo comparo con lo que él sentía por su esposa, y lo que les ha pasado a sus hijos... es terrible.
Su voz se apagó y Travis le estrujó la mano.
—Pero eso no nos pasará a nosotros...
—Esa no es la cuestión. La cuestión es que no puedo vivir sabiendo que no he hecho lo que debería.
—¿De qué estás hablando?
Ella le pasó el dedo pulgar por encima de la mano.
—Te quiero mucho, Travis. Eres el mejor esposo y la persona más buena que jamás he conocido. Y quiero que me hagas una promesa.
—Lo que quieras.
Ella lo miró directamente a los ojos.
—Quiero que me prometas que si, por desgracia, me pasa algo grave, tú me dejarás morir.
—Ya hemos hecho el testamento —replicó él—. Hicimos un testamento en vida y un poder notarial.
—Lo sé, pero el notario se retiró a vivir a Florida, y por lo que tengo entendido, nadie más que nosotros tres lo sabe, y no quiero que mi vida se prolongue en el caso de que yo no pueda tomar mis propias decisiones. No sería justo ni para ti ni para las niñas alargar una pesadilla así, porque con el tiempo, el resentimiento sería inevitable. Tú sufrirías y nuestras hijas también. Al ver a Kenneth hoy me he convencido de eso, y no quiero que nunca os invada la amargura por nada de lo que hemos compartido. Os quiero demasiado para permitir que eso suceda. La muerte siempre
NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
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