Page 174 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
sentido exhausto y aletargado; pero a medida que pasaba la jornada, su sentido del compromiso se había ido consolidando cada vez más, hasta que tuvo la certeza de que sería capaz de volver a reír con sus hijas, que sería capaz de ser el padre que Gabby quería que fuera. Durante tres meses había funcionado y sabía que podría hacerlo toda la vida. Lo que no sabía era cómo podría seguir adelante si sabía que Gabby ya no estaba con él. Por más extraño que pareciera, había encontrado una reconfortante rutina predecible en su nueva vida.
Al otro lado de la ventana, la paloma se paseaba arriba y abajo y le daba la impresión de que estaba ponderando la decisión con él. Algunas veces, Travis sentía una extraña relación con ese pájaro, como si éste estuviera intentando enseñarle algo, a pesar de que no tenía ni idea de qué se trataba. En cierta ocasión, trajo un poco de pan para dárselo, pero entonces cayó en la cuenta de que la pantalla evitaba que pudiera tirar las migas a la repisa. Desde el otro lado del cristal, la paloma vio el pan en su mano y empezó a arrullar suavemente. Un momento más tarde, alzó el vuelo, pero al cabo de un rato regresó y se quedó en la repisa el resto de la tarde. Después de aquel día, ya no mostró ningún temor hacia él. Travis podía dar golpecitos en el cristal y la paloma no se movía de sitio. Era una situación curiosa que le proporcionaba algo más en qué pensar mientras permanecía sentado en la habitación silenciosa. Lo que quería preguntarle a la paloma era: ¿tendré que actuar como un verdugo?
A ese punto angustioso era adonde lo llevaban inevitablemente sus pensamientos y era lo que lo diferenciaba del resto de las personas de las que se esperaba que llevaran a cabo las voluntades especificadas en los testamentos en vida. Ellos cumplían con su deber; sus decisiones partían de la compasión. Para él, sin embargo, la decisión era diferente, aunque sólo fuera por razones lógicas. Sabía que A y B daban C. Pero si no fuera por su implicación en un error tras otro, no habría habido ningún accidente de tráfico; sin accidente, no habría habido ningún estado de coma. Él era el principal causante del estado de Gabby, pero ella no había muerto. Y ahora, con los documentos legales que le quemaban en el bolsillo, no podía rematar el trabajo. De un modo u otro, él podía acabar siendo el responsable de su muerte. Aquello le revolvía el estómago; y cada día que pasaba, a medida que se acercaba el momento de tomar una decisión, él perdía más el apetito. En ocasiones tenía la impresión de que Dios no sólo quería que Gabby muriera, sino que su intención era también que Travis fuera consciente de que él era el único culpable.
Tenía la certeza de que Gabby lo negaría. El accidente era simplemente eso, un accidente. Y ella, no él, había tomado la decisión sobre cuánto tiempo deseaba que la alimentaran artificialmente. Sin embargo, Travis no podía soportar el tremendo peso de su responsabilidad, por el mero hecho de que nadie, aparte de Stephanie, sabía lo que Gabby quería. Al final, la decisión estaba en sus manos.
La luz gris de la tarde confería a las paredes un aspecto melancólico. Travis todavía se sentía paralizado. Para ganar tiempo, quitó las flores de la repisa de la ventana y las llevó hasta la cama. Mientras las colocaba sobre el pecho de Gabby y volvía a sentarse a su lado, Gretchen apareció en el umbral. Entró lentamente en la habitación; mientras revisaba el monitor y el goteo, no abrió la boca. Escribió algo en la ficha y sonrió levemente. Un mes antes, cuando él estaba realizando la tabla de ejercicios con Gabby, ésta le había «mencionado» que estaba segura de que Gretchen sentía algo por él.
—¿Se irá del hospital? —oyó que Gretchen le preguntaba.
Travis sabía que se refería a si se llevarían a Gabby a una residencia; en el pasillo, Travis había oído a las enfermeras susurrar que ya no tardarían en trasladarla. Pero la pregunta implicaba algo
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