Page 76 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
—Estoy de vacaciones, así que no siento ningún remordimiento por no ofrecer voluntariamente mis servicios —anunció Stephanie, con el cuerpo tan inmóvil como la barca—. Y la verdad es que ellos lo hacen tan bien que no me siento culpable por hacer el vago.
—No haces el vago.
—Claro que sí. A todo el mundo le va bien hacer el vago de vez en cuando. Y tal y como dijo Confucio: «Aquel que no hace nada es el que no hace nada».
Gabby reflexionó sobre el mensaje, entonces frunció el ceño.
—¿De veras dijo eso Confucio?
Con las gafas de sol sin moverse ni un milímetro, Stephanie se encogió casi imperceptiblemente de hombros.
—No, pero ¿a quién le importa? La cuestión es que ellos tienen la situación bajo control, y lo más probable es que se sientan satisfechos por su habilidad y su magnífica sincronización. ¿Quién soy yo para privarlos de ese sentimiento de plenitud?
Gabby puso los brazos en jarras.
—O quizás es que simplemente te apetecía hacer el vago.
Stephanie sonrió complacida.
—Tal y como dijo Jesucristo: «Bienaventurados los vagos tumbados en barcas, porque ellos heredarán el reino del bronceado».
—Jesús no dijo eso.
—Es cierto —admitió Stephanie, incorporándose hasta quedarse sentada. Se quitó las gafas de sol, las estudió detenidamente, luego las limpió con una toalla—. Pero, insisto, ¿a quién le importa? —Alzó la cabeza para mirar a Gabby—. ¿De verdad te apetecía transportar neveras o tiendas de campaña hasta la playa? Te aseguro por experiencia que no merece la pena. —Tras ajustarse la parte superior del bikini, se levantó de la banqueta—. Muy bien, tenemos vía libre. Estamos listas para unirnos al grupo. —Agarró la bolsa de la playa y se la colgó en el hombro—. Hay que saber cuándo se puede hacer el vago. Si lo haces correctamente, es un arte que beneficia a toda la comunidad.
Gabby vaciló unos instantes.
—No sé por qué, pero me gusta tu forma de pensar.
Stephanie se echó a reír.
—Por supuesto. Ser vago forma parte de la naturaleza humana. Y me alegra saber que no soy la única que comprende esa verdad tan esencial.
Cuando Gabby empezó a sacudir la cabeza en señal de negación, Stephanie saltó por la borda y al hacerlo provocó una pequeña ola que salpicó el suelo de la barca.
—Vamos. —No dejó que Gabby acabara—. Sólo estaba bromeando. Y por cierto, no hace falta que le des vueltas a lo que has hecho o has dejado de hacer. Tal y como te he dicho, esta gente se fija demasiado en esa clase de pequeños detalles. Hace que se sientan «papas útiles y mamas útiles», que es precisamente como debería de ser en el mundo. Como mujeres solteras, lo único que tenemos que hacer es disfrutar de su habilidad organizativa.
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