Page 98 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
—Y lo más extraño —continuó ella— es que a pesar de que sabemos tantos datos acerca del universo, hoy en día, la gente normal y corriente sabe menos acerca del cielo que los rodea que nuestros antepasados. Aunque no tuvieran telescopios ni conocieran las matemáticas, ni tan sólo supieran que el mundo era redondo, recurrían a las estrellas para navegar, buscaban en el cielo una constelación específica para saber cuándo tenían que plantar la cosecha, usaban las estrellas cuando construían edificios, aprendieron a predecir los eclipses... Todo eso hace que me plantee cómo debía de ser la vida en aquella época remota, en la que el ser humano dependía tan estrechamente de las estrellas. —Perdida en sus pensamientos, se quedó callada un largo momento—. Lo siento. Probablemente te estoy aburriendo.
—De ninguna manera. La verdad es que nunca volveré a pensar en las estrellas del mismo modo.
—Me tomas el pelo.
—No —respondió con seriedad.
Travis no apartaba los ojos de ella, y Gabby tuvo la repentina sensación de que él iba a besarla, por lo que giró la cara apresuradamente. En aquel momento, su oído se aguzó hasta oír las ranas que croaban en la hierba cerca del agua y los grillos que cantaban en los árboles. La luna había llegado a su punto más alto, iluminando todo a su alrededor con un brillo intenso. Gabby movió los pies nerviosamente en el agua, pensando que debería irse.
—Me parece que se me empieza a arrugar la piel de los pies —comentó.
—¿Quieres que vaya a buscarte una toalla?
—No, gracias. Pero será mejor que me marche. Se está haciendo tarde.
Travis se puso de pie y le ofreció una mano. Cuando ella la aceptó, notó la fuerza y la calidez de su tacto.
—Te acompañaré hasta tu casa.
—Oh, no te preocupes. Conozco el camino. —Pues entonces sólo hasta los setos.
En la mesa, Gabby recogió sus sandalias y vio a Moby que se les acercaba. Trotó hacia ellos justo en el momento en que pisaban la hierba. Con la lengua fuera y sin parar de jadear, Moby dio una vuelta alrededor de ellos antes de trotar alegremente hacia el agua, como si quisiera asegurarse de que no había ningún animal por allí escondido. Al llegar al embarcadero se detuvo en seco, giró rápidamente sobre sus talones y emprendió la carrera al trote en otra dirección.
—Moby es un perro con un gran entusiasmo y una curiosidad inagotable —comentó Travis.
—Más o menos como tú.
—Sí, más o menos. Excepto que yo no me revuelco por el suelo encima de cualquier porquería putrefacta, como, por ejemplo, un pez muerto.
Ella sonrió. La hierba suave le hacía cosquillas en las plantas de los pies, y un momento más tarde llegaron a los setos.
—Me lo he pasado muy bien hoy —dijo ella—. Y esta noche también.
—Lo mismo digo. Y gracias por la lección de astronomía.
—Intentaré hacerlo mejor la próxima vez. Te impresionaré con mi conocimiento estelar. Travis soltó una carcajada.
Escaneado por PRETENDER – Corregido por Isabel Luna
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