Page 162 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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152 La trágica noche de Santacruz
fermo. Murió antes de tomar posesión. ”Todos mueren por algo o por
nada”, pensó “Eu”. “Tal vez yo también muera en un mitin como en
mi sueño, moriré como Juan Carlos Galán o Luis Donaldo Colosio,
la vida política resulta hoy ya muy peligrosa, te matan por izquier-
dista o derechista, todo vale, en todas las muertes que recordó aparece
la figura de una conspiración, la confabulación, la maldad, la angurria
de poder. Podría renunciar, pero quedaría como un vulgar traidor y
cobarde, además “el hombre es el arquitecto de su propio destino”.
No podía retroceder.
Euclides sabe a qué huele la muerte, lo sintió cuando intentaron ase-
sinarlo en la avenida Guapilo. La madre de Euclides, Celedonia Pié-
rola, al enterarse de la noticia del segundo atentado cayó muerta,
Anastasio Santacruz y Giácomo Benvenuti decidieron trasladarse a
la capital cruceña como guardaespaldas del candidato de Arenal, aun-
que ya era demasiado tarde. Anastasio Santacruz organizó un mitin
político antes de marcharse de su pueblo, en la pequeña plaza dijo
un encendido discurso: “Queridos amigos, voy a la capital como prin-
cipal guardaespaldas de mi hijo Euclides, ustedes ya saben que quie-
ren eliminarlo de su brillante carrera presidencial. Vamos a luchar,
queremos que un hombre de este pueblo sea primer mandatario de la
nación. Soñamos que él arribe a nuestro pueblo luciendo los atuendos
que usan los presidentes, si fallamos regresaremos con las manos va-
cías, derrotados, ya sin ganas de seguir adelante. Pero no seamos pe-
simistas, derrotistas, Euclides ya se preparó para enfrentar las
adversidades de la vida, por lo tanto, estaremos a su lado y evitare-
mos una desgracia. Ya es hora que un hombre de estos lares gobierne
a todo el país, será un orgullo para mí ver a mi hijo gobernando como
Dios manda y ordena. Ustedes me conocen, soy fiel a mi pensa-
miento: hay que luchar para vivir, no está muerto quien pelea, Giá-
como y yo lucharemos como hombres y protegeremos a mi hijo”, y
los aplausos no se hicieron esperar, mientras tanto, la muerte debió
reírse oculta en la selva chiquitana.