Page 274 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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          tió.

          Esa fatídica noche, Euclides dormitaba a bordo del automóvil Toyota,
          iba pensativo, estaba acompañado por “el Espantapájaros”, un guar-
          daespaldas y chofer improvisado. Eran perseguidos por dos automó-
          viles, una camioneta Ford Ranger y una vagoneta Nissan color
          plomo. Euclides lo advirtió cuando desde el cuarto anillo enfiló por
          la avenida Cumavi, cruzaron la Cidob, la vagoneta intentó cerrarle
          el paso, pero la pericia de “el Espantapájaros” logró esquivar y de
          allí comenzó una carrera infernal, nadie respetaba el tráfico, hasta
          cuando llegaron a la entrada de la avenida Jenecherú.

           El capitán Bordenave, conductor de la Ford Ranger, experto en per-
          secución, le cerró el paso y se bajaron dos hombres y comenzaron a
          disparar, el chofer fue alcanzado con una ráfaga que le desfiguró el
          rostro y cayó muerto, mientras Euclides bajó del automóvil y buscó
          refugio, gritó varias veces auxilio ¡me están matando! y allí le dis-
          pararon otra vez, luego los atacantes huyeron, entre ellos “Juan Sin
          Miedo”. Un taxista detuvo su motorizado y auxilió al diputado a
          quien reconoció inmediatamente en esa noche lóbrega. Euclides tenía
          una herida en la pierna izquierda cerca a la rodilla, la herida comenzó
          a sangrar mientras el taxi en que viajaba no corría, volaba, hasta una
          clínica en la doble vía a Cotoca donde lo internaron inmediatamente.
          El proyectil raspó la rodilla izquierda y no era grave, pero el diputado
          de Arenal había perdido mucha sangre, debería guardar reposo una
          semana por lo menos. Eran aproximadamente las 20:30 horas, los
          canales de televisión alteraron su programación para informar del in-
          tento de magnicidio. Cruceña de Televisión mostró imágenes del di-
          putado cuando llegaba herido a la clínica. La ciudad se conmocionó
          porque la violencia política llegaba a límites insospechados, la creen-
          cia popular clamaba por detener a como dé lugar la violencia, hubo
          plegarias y pedidos a los organismos de seguridad del Estado para
          proteger al diputado de Arenal y desenmascarar a los responsables
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