Page 269 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz                           259




            En ese preciso instante el taxi se detiene, ya llegaron a “El Edén del
            placer”, un local nocturno elegante, iluminado de forma profusa, mu-
            chos hombres se disponían a ingresar al lugar, se escuchaba una música
            romántica, mujeres con poca ropa daban la bienvenida a los ocasionales
            clientes “porque es viernes y el cuerpo lo sabe”. Segundo Chaparro los
            miró alejarse y grabó en su memoria sus rostros.
            Los ocasionales clientes se sentaron en una mesa, Bordenave pidió una
            botella de whisky. Una joven atractiva a la que le decían “la Potranca”
            ofreció sus servicios y Nicolazón le dijo: “Después te llamaremos”, ella
            se alejó y Bordenave dijo: -“Vamos a cometer un crimen. Yo sé que us-
            tedes están yescas, no tienen ni para comer, de tal manera que todo lo
            haremos paso a paso. Todo está en camino, nuestro objetivo es un can-
            didato presidencial que se llama Euclides Santacruz Piérola, ustedes ac-
            tuarán como guardaespaldas de una mujer hermosa, quien matará ya
            saben ustedes a quién, ella debe salir sana y salva, porque luego será
            mi esposa. Todo está fríamente calculado para la noche del domingo 18
            de mayo alrededor de las 22 horas. Un día antes, ustedes recibirán las
            últimas instrucciones. Cualquier consulta me llaman y preguntan por
            solamente “Barbarroja”, es una clave para ustedes, en realidad mi nom-
            bre es otro. Salud por nosotros que estamos en una misión delicada y
            que por supuesto triunfaremos. Todo esto que les estoy diciendo no lo
            cuenten a nadie, ni a sus esposas, ni a sus amantes, ni a sus mejores
            amigos, ni compadres o comadres. A nadie”.

            El ambiente en esa mancebía se hacía cada vez más asfixiante…
            Cerca de la madrugada en el prostíbulo era ya todo un hervidero de
            mujeres y hombres. Mujeres bailaban sin ningún recato, hacen strip
            tease con sus parejas, se besuqueaban, la música los envolvía a todos,
            los embriagaba. Son las cuatro de la madrugada. Enzo Bordenave
            toma otra vez la palabra: “Bueno tomen parte de la paga, tres mil dó-
            lares por mocha. Cuando cumplan exitosamente su misión les pago
            dos mil más. ¿Ese fue el trato no? Vámonos”. El ambiente en “El
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