Page 268 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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          putado de Arenal.
          Pero volvamos a lo que sucedió esa noche.

          Luego, las cuatro personas aturdidas por el bullicio de la banda y el
          grito de los borrachos se marcharon de “La guarida del Camba”.
          Abordaron un taxi color blanco, Enzo Bordenave ordenó: “A El Edén
          del placer por favor”. El conductor del taxi obedeció, era un trayecto
          largo, los cuatro pasajeros dialogan de cosas vagas sin sentido para
          no levantar sospechas del chofer. El chofer era nada menos que Se-
          gundo Chaparro, quien en sus horas libres se ganaba unos quintos.
          Hubo una frase que despertó la sospecha de Chaparro.
          -Mañana compran el jeep al contado –sugirió “Barbarroja”-, por plata
          no se hagan problemas, yo les entrego esta noche suficientes dólares
          para todos los gastos.

          Entonces Nicolás metió la pata:

          -¿Luego esperaremos órdenes para lo demás? Es decir para… En ese
          preciso instante Nicolacito le tapó la boca.

          -Ah, dijo Nicolacito –para desviar la atención del chofer-, hoy tenía-
          mos un buri en el barrio Los Chiviritales, y ustedes saben lo bueno
          que es, las jovencitas inocentes, trago en turriles, sandwich en canti-
          dades industriales, la banda Pan de Arroz. Y patasca al amanecer.
          -Ah –prosiguió el otro-, a fin de mes tenemos hartas pachangas, allá
          en Sombrerito,  otra cerca a Warnes, tenemos otra gran pachanga en
          La Guardia… Y otra en Terebinto.

          -“Lo mejor es que se pongan a pensar en la misión que van a cumplir,
          así les cueste la vida”, aseveró Bordenave.

          -Luego todos hablarán de un diputadito que fue zurcido a plomo, dijo
          el Petacudo. Chaparro está ojo al charque.
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