Page 316 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz
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          No había vuelta que dar, no puede comprender que nunca podrá mirar
          a su hija de frente, no podrá mirarle a los ojos, nunca conocerá a sus
          nietos. Los únicos que estaban batiendo palmas eran todos esos granujas
          que lo apoyaron para cometer el magnicidio, esa tropa de facinerosos
          que en este momento  estarían leyendo la prensa con la fatal noticia y
          batiendo palmas.

          -Hay algo que debes saber muchacho -volvió a insistir Alain Centurión-
          , mientras se levantaba de su silla en aquella madrugada suave, pero triste
          al mismo tiempo para muchos. Lo que pretendía Alain Centurión era evi-
          tar comentar el asesinato de Euclides, porque al fin y al cabo tal vez le re-
          mordía la conciencia, se sintió derrotado, vencido, agotado, arruinado,
          pusilánime, un hombre ya sin ganas de vivir y sin aspiraciones.

          Avanza el día, muchos ciudadanos cruzan por el lugar ajenos al diálogo
          entre Capablanca y Tres PPP, unos se dirigen a sus fuentes laborales,
          otros se retiran de sus lugares de trabajo, la capital oriental emprende
          una nueva jornada un día después de un crimen que nadie olvidará,
          “será un crimen sin olvido para muchos, pero para otros fue cerrar un
          triste capítulo más de la sangrienta y despiadada historia de la política
          nacional”, se dijo Anastasio Santacruz.

          -¿Qué? ¿Qué me quiere contar?, insistió Pascual Pascutini.

          -¿Sabes a quien ejecutaste en el túnel?

          -No. ¿A quién ejecuté?

          Alain Centurión respiró profundo, miró al cielo en un amanecer
          radiante, como pidiendo perdón volvió a contemplar el firma-
          mento, titubeó, “Tres PPP” pensó que se iba a desmayar, luego
          pronunció una frase como con un sentimiento profundo, como
          arrancado de lo más profundo de su corazón, con rabia, dolor,
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