Page 322 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz
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          elige qué idea tener. Si son pensamientos negativos, superar las
          malas experiencias será más difícil. Asimismo, hay que alejarse
          de dar importancia a las cosas tristes o malas experiencias que has
          pasado, y comienza a enfocarte en todo lo bueno que has logrado
          hasta ahora en tu vida. Euclides ya había sido electo diputado”,
          concluyó la psicóloga.

          Alejandra vagó sin rumbo tras la cita con la famosa profesional. En
          su mente daban vueltas y vueltas los recuerdos de los últimos instan-
          tes que estuvo junto a Euclides hasta antes de su muerte, recordó el
          encuentro con Segundo Chaparro.

          Vagabundeó horas de horas por las calles neoyoquinas, intentaba hil-
          vanar los hechos desde su arribo a Santa Cruz de la Sierra, pero su
          mente no estaba suficientemente lúcida para recordar los hechos fi-
          nales, existían hechos confusos. Fue cuando vio en su mente que
          Chaparro lo miró esquivo y no le causó mucha gracia saludarla, en
          sus ojos ocultaba algo: la traición.

          Y sacó la conclusión que la dejó atónita y triste.
          Ella era también culpable de un hecho que lo estropeó todo.
          Ella debió abordar junto a Euclides la movilidad y no alejarse de él,
          como se había prometido cuando arribó al aeropuerto Viru Viru.
          Se sintió culpable de ese hecho. Nunca, jamás, debió apartarse del
          lado de “Eu”, en ningún momento.
          Ese fue su fatal error.
          Todo había acabado en una tragedia.
          Se sintió de verdad culpable.
          Muchos años después, en la Ciudad de los Anillos se recordaba la
          matanza y muchos volvían a insistir que Euclides debió refugiarse
          en un lugar seguro, pero en realidad, al parecer, los Buenos no cono-
          cían perfectamente la verdadera intención de los Malos, no concocían
          sus perversidades. Volvieron a insistir que Euclides debió tener cus-
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