Page 42 - LIBRO SANTACRUZ
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30                                 La trágica noche de Santacruz


          Tres días después de lo ocurrido con la psicóloga Obregón y los sueños
          de episodios en la iglesia La Merced y en la plaza de armas cruceña,
          el candidato presidencial por Arenal despertó desmoralizado, desalen-
          tado y deprimido. Tuvo un mal sueño, presentía un fatal desenlace que
          lo dejaría fuera de combate de la contienda electoral, para las eleccio-
          nes presidenciales. Pero aquella vez, su pesimismo había llegado más
          allá de lo esperado, más allá de todo cálculo y de las posibilidades de
          sobrevivir. Estaba atacado por el neuroticismo. Esto ocurrió cuando
          los partidos  políticos que pugnarán por la presidencia en Bolivia en-
          traron de lleno en una despiadada campaña electoral con sus propues-
          tas presidenciales, el objetivo es captar votos cueste lo que cueste.

          En los últimos tiempos mediante llamadas anónimas, las amenazas de
          muerte fueron a diario. “Te vamos a matar”, “renuncia a tu candidatura
          carajo”, “ya no tienes nada que perder, tu amor Alejandra se fue y
          nunca volverá”, “incomodas a muchos poderosos”, “te habla el capitán
          Bordenave y yo no amenazo en vano, te voy a matar”, “tú, ya me co-
          noces, pero no te digo dónde nos vimos una sola vez” y otras frases
          ofensivas y que él quería olvidarlas. Euclides se dio cuenta que todas
          esas palabras le alteraban su conducta, se transformaba en un hombre
          muchas veces  impulsivo, o al contrario, se deprimía. Euclides, “Eu”
          como lo llamaban sus más cercanos amigos, no sabía que estaba en
          marcha una conspiración para aniquilarlo.

          Dos veces salvó la vida milagrosamente, en dos atentados.

          Euclides, ajeno a estas amenazas no las tomó muy en serio, ni contó a
          nadie, fue un error que más tarde sería lapidario en su carrera política.
          En aquellos días quería olvidar este drama, quería olvidar muchas
          cosas, pero nunca su adolescencia y parte de su juventud en “El Paraíso
          Escondido”. Tampoco quería olvidar el día que conoció a Alejandra
          Centurión en Inteeso y el día que fue elegido diputado nacional cuando
          comenzó su fulminante carrera hacia la primera magistratura del país.
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