Page 45 - LIBRO SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz                             33



            En un instante no precisado, apareció entre la multitud un hom-
            bre que lucía saco negro y polera blanca, al que él lo identificó
            rápidamente. El hombre desenfundó su revólver y le disparó a
            quemarropa, la bala le quemó los intestinos a Euclides Santa-
            cruz, mientras Pulgarcito intentó reducir al criminal. Y quedó
            grabado en su memoria el rostro de un hombre que lucía un saco
            negro y una polera blanca, que estaba entre la multitud. Trasla-
            daron al herido a la velocidad de un rayo a una clínica de la
            Pampa de la Isla y la noticia corrió como reguero de pólvora.
            Cruceña de Televisión interrumpió su programación matinal y
            tituló: “Urgente, fue asesinado el candidato presidencial de Are-
            nal”, otro canal tituló en la pantalla: “Asesinado a tiros el can-
            didato Euclides Santacruz Piérola”. La campaña electoral
            cobraba fuerza y violencia en la Ciudad de los Anillos; el candi-
            dato presidencial de Arenal, hasta esa fecha encabezaba, según
            algunas encuestas, la preferencia del electorado en cuatro depar-
            tamentos y se perfilaba como futuro primer mandatario. Fátima
            Campos entraba de lleno en la contienda electoral.

             Era la primera vez en la historia del Oriente boliviano, pero en
            un sueño,  que sucedía un atentado de esta magnitud, precisa-
            mente en la capital oriental. Alguien dijo que esa mañana acom-
            pañaban al hombre que disparó dos personas: “el Valiente”, que
            en realidad se llamaba Floripondio Carbonero del Monte quien
            estaba junto “Juan Sin Miedo”, que en realidad se llamaba Gas-
            tón Durango Cunanchiro. Siempre estaban juntos, les decían en
            la capital cruceña “juntos son dinamita”, les decían también que
            “parecían uña y mugre”. Lo que no se sabía hasta esos tiempos
            era la verdadera identidad de Leoluca Primitivo Nerón, hombre
            violento y despiadado al que se lo conocía también como “El en-
            mascarado de plata”.

            El sueño de Euclides Santacruz era el preludio de una lucha sin
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