Page 86 - LIBRO BUENO
P. 86

Magali García Oliva


               “Mi padre era inglés y mi madre era española, por eso pasé mi infancia en
             Londres hasta que al cumplir los diez años mi madre convenció a mi padre
             para  que  nos  trasladásemos  a  Madrid.  Era  una  buena  oportunidad  que  su
             trabajo le ofrecía decía. Pero yo creo que era porque no le gustaba Inglaterra
             ni clima gris. Mercedes, mi hermana, cogió un enfado monumental, pensaba
             que era un atraso en su vida ir a vivir allí ya que las noticias que llegaban de
             España en las cartas de la familia de nuestra madre no eran nada buenas. Aún
             así mamá estaba convencida que en la capital todo era diferente.


               A mí me parecía una aventura y me gustaba mucho hablar en español como
             hacíamos en casa, pero Mercedes estaba todo el día malhumorada, hasta que
             descubrió el Prado y conoció a Julia. No voy a contarte ahora todos nuestros
             años juntos, la parte de la historia que nos interesa ahora ocurrió mucho más
             tarde. Mercedes se casó con millonario francés y consiguió así salir de España,
             que era lo que tanto anhelaba. Venía de visita a Madrid en ocasiones y nos
             escribía con frecuencia.


               Cuando tuve un trabajo para poder vivir convenció a nuestros padres para
             que  dejaran  España;  les  propuso  vivir  en  la Toscana,  el castillo  que  poseía
             la familia de su marido tenía una casita que sería para ellos. La idea de mi
             hermana era que también yo me trasladara don ellos, pero por aquel entonces
             cortejaba a tu madre y no quería salir de Madrid. Mis padres se fueron a Siena
             en 1962 cuando cumplí los 20 años. Me quedé sólo ya que no teníamos familia
             en la capital, no me importó, pronto llegaría el día en que me casaría y tendría
             la mía propia.

               Mi hermana seguía insistiendo en que nos fuésemos a Italia, me propuso un
             trabajo en una de sus empresas ganando mucho más de lo que podía ganar en
             Madrid. Era tal la tentación que decidimos en el verano de 1963 justo después
             de casarnos pasar unos días allí, nos serviría de luna de miel y veríamos a la
             familia.

               Mis padres eran felices allí. Vivían despreocupados ocupándose del jardín y
             del huerto que tenían detrás de la casa. El castillo y sus alrededores era un sitio
             privilegiado, no les faltaba de nada.



                                              86
   81   82   83   84   85   86   87   88   89   90   91