Page 108 - CATEQUISTA-INICIACION
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3-4. PALABRA QUE NOS ILUMINA – PROFUNDIZACIÓN
           A partir del pasaje de Caín y Abel planteas el tema del interior de la per-
           sona y sus decisiones. Analicen con atención el diálogo de Dios con Caín.
           A partir del pasaje bíblico, especialmente de ese diálogo, introduces y vas
           explicando el tema de la CONCIENCIA. Asegúrate que quede bien plan-
           teada la relación entre conciencia y libertad y la necesidad de educarse
           una “recta conciencia”; diversamente todo termina en libertinaje.

         5-6. PLEGARIA-PROYECCIÓN
            También la Plegaria está a base del diálogo de Dios con Caín.
               Asegura un clima de silencio; una música suave puede ayudar.
               Leer y releer con calma el esquema de oración que se propone.
           En la proyección proponemos la práctica del “Examen de conciencia”; tú
            deberás explicarlo adecuadamente y acompañarlo también en las sesio-
            nes siguientes, hasta que se convierta en un sano hábito.

              Anexo 21

            “Tú eres el Cristo. Catecismo de la Iglesia joven”. 2ª. Edición 2016. Pág. 157-
            158. LA CONCIENCIA MORAL
            Todos tenemos una voz en nuestro propio corazón que nos dice lo que es bueno
            y lo que es malo. A eso le llamamos “conciencia”. La conciencia es el núcleo más
            secreto de la persona:
              Es una voz que no nos hemos dado a nosotros mismos, a la que debemos
              obedecer.
              A todos, adultos o niños, esa voz nos dice: “Ok, obraste bien”, o diversamen-
              te: “Me remuerde la conciencia por lo que hice”.
              Pero la conciencia se puede deformar: de tanto robar, el ladrón ya no siente
              que es malo.
            El fin no justifica los medios: nunca se puede hacer algo malo para que de ello
            resulte algo bueno. Otra cosa es que a veces no nos queda más remedio que
            aceptar el mal menor.
            Cada sociedad va formando códigos de comportamiento, que no se refieren sólo
            a lo externo (modo de vestirse o de relacionarse), sino a la percepción de algu-
            nos  valores:  en  algunas  sociedades  la  venganza  llegó  a  ser  una  exigencia;  no
            importaba la muerte de una persona, sino sólo “limpiar el honor”.





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