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3. HOY EL SEÑOR NOS INVITA
Nosotros hoy tenemos la misma oportunidad, el gran regalo que el Señor
nos ofrece: la posibilidad de recibirlo en nuestra vida como el mejor Amigo,
como el Compañero, como ¡el ‘Señor’!
Es el proceso que están viviendo sus hijos e hijas y queremos que lo vivan
también Uds. para que toda la familia sea bendecida.
Quizás hicimos consistir el “ser buen cristiano” en algunos ritos (Ir a Misa
alguna vez, alguna procesión, etc.). En este momento de nuestra vida adulta
tenemos la gran oportunidad de un encuentro personal con el Señor Jesús.
Esos primeros cristianos sintieron todo el amor del Padre que nos ha
regalado a su Hijo para que en él fuéramos salvados. Descubrieron que
no eran uno más del montón: se sintieron mirados/as, amados/as per-
sonalmente, salvados/as en Jesús. También
nosotros hoy podemos abrirle el corazón: dejar-
lo entrar por la fe, aceptar su amor inexplica-
ble, “atar la vida a Jesús”. Esto es “la FE”.
“¡Conviértanse!” También a nosotros el Señor
nos invita a reorientar nuestra vida: reconocer
lo que nos daña (el pecado), liberarnos de ello y
alinearnos al estilo de vida de Jesús.
A partir de Jesús, muerto y resucitado, tiene
sentido el Bautismo: “Háganse bautizar en el
nombre de Jesucristo”. Quienes ya estamos
bautizados redescubramos el sentido del Bau-
tismo recibido; los que no, son invitados a un
proceso de maduración de fe, similar al que
están haciendo nuestros chicos.
El bautismo no tiene sentido sin la fe. El bautismo es el signo de que empie-
za una vida distinta, nueva, tras las huellas de Jesús. Como cuando te has
encontrado con una persona maravillosa y te has enamorado: tu vida queda
iluminada. Jesús es eso y mucho más, para sanar e iluminar nuestra vida.
Quien se ha encontrado con él, vive a partir de él.
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