Page 148 - Libro Catecumeno
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b.  Me arrepiento: me da pena haber ofendido al Señor y a los her-
                     manos. ¡Ojalá nunca lo hubiera hecho! Me arrepiento, rechazo
                     ese mal que hice.
                  c.  Decido cambiar. Quiero empezar de nuevo. Ubico mis zonas más
                     débiles, y los daños que debo reparar: si dañé con golpes, con
                     palabras o por face, si robé… ¿cómo puedo reparar?
                  d.  Confieso mis pecados: Expreso con humildad al sacerdote, sin
                     callar ningún pecado importante. En nombre de Dios y de la Igle-
                     sia él me dará la ‘absolución’: ¡estoy perdonado!
                  e.  Cumplo la penitencia: el perdón recibido debe continuarse en mi
                     vida. El sacerdote, inspirado en la Biblia, me anima y me sugiere
                     orar y reparar el daño hecho.

                  5. PARA RECORDAR




                           Jesús Resucitado ha entregado a la Iglesia el poder de
                           perdonar los pecados: “A quienes les perdonen los pecados
                           les quedarán perdonados” (Jn 20,23).
                        •  Todos los discípulos debemos perdonarnos y liberarnos
                           mutuamente.
                        •  Los presbíteros han recibido el don especial para perdonar los
                           pecados.
































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