Page 147 - Libro Catecumeno
P. 147

4. PROFUNDIZAMOS

                4.1 “A quienes les perdonen, quedan perdonados”


                   Jesús comunica el poder de perdonar a todos los discípulos,
                para que perdonemos a quien nos ha ofendido. Así el hermano o
                hermana queda liberado de ese peso. ¡El perdón debería circular
                normalmente entre los discípulos de Jesús!
                •  Pero algunos han recibido poderes especiales: son los obispos y
                    presbíteros, que recibieron el don de celebrar la Eucaristía y per-
                    donar los pecados en nombre de Jesús. Ellos son los ministros
                    del sacramento de la reconciliación.
                   Cuando nuestra conciencia sabe que hemos pecado, podemos
                volver a Dios por medio de este sacramento. Así celebramos que
                nuestro Dios es misericordia y ternura.
                4.2 El sacramento de la Reconciliación


                   ¡Necesitábamos un sacramento para reconciliarnos de nuevo con
                Dios, nosotros, que le fallamos con frecuencia! Se le llama también
                ‘Sacramento de la Penitencia’, del ‘Perdón’, de la ‘Confesión’.
                •  Este sacramento es el encuentro del Padre ‘rico en misericordia
                    y ternura’ con este hijo o hija que reconocen su debilidad.
                •  Reconoce tus pecados y busca el perdón de Dios: saborea la
                    alegría de vivir limpio/a, digno/a, como hijo/a.
                •  En la Iglesia católica este sacramento se celebra en forma comu-
                    nitaria e individual. Siempre se pide la ‘confesión o proclamación’
                    de los pecados, pero no en público, sino en privado, delante del
                    sacerdote que representa a la Iglesia.
                •  Algunos tienen pánico de confesarse, de decirle al cura sus pe-
                    cados. En realidad el ministro pasa a segundo plano: lo impor-
                    tante es reconocer nuestras fallas delante del Señor.
                4.3 Aprende a confesarte bien

                   Lo  fundamental  es ubicarnos  interiormente  delante  de  nuestro
                Padre Dios, que es misericordioso, y reconocer nuestros pecados.
                a.  Examino mi conciencia: recuerdo y analizo mis actos, mis inten-
                    ciones, actitudes y también las omisiones. ¡Qué frágil soy! Pero
                    no me dejo llevar por la angustia ni desesperación, porque inclu-
                    so en mi pecado, soy su hijo.


                 146
   142   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152