Page 31 - Libro Catecumeno
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No podemos negar que
tenemos unas ganas
enormes de sentirnos li-
bres.
• La necesidad de expresar
lo que va brotando en su
corazón: “los asuntos de mi
Padre”. Jesús está tomando
conciencia que su verdadero “Padre” es el del cielo.
No siempre logramos expresar lo que tenemos en el corazón;
quizás ni siquiera lo tenemos claro.
• Jesús tuvo unos padres geniales: se angustiaron, lo buscaron,
le hicieron notar la preocupación que les ha dado; sin embargo,
aunque no entienden, lo respetan. Su mamá “guarda en su cora-
zón esas palabras”: custodia el misterio de su hijo.
Quizás no siempre nuestros padres y educadores compren-
den nuestras decisiones, o no siempre sabemos explicar
con claridad qué nos pasa, qué queremos.
Pero también cada uno de nosotros/as, como Jesús, tene-
mos un “misterio”, un bullir de deseos, de sueños, aunque
ni nosotros mismos los entendemos.
¡Quién tuviera por papá a José: tan prudente, capaz de com-
prender más allá de las palabras; quién tuviera por mamá a
María: Llena de bondad e intuición, capaz de entender el
corazón de su hijo!
• Sin embargo, Jesús adolescente no se quedó en esa postura;
vemos que “regresó con ellos a Nazaret y vivió bajo su autori-
dad”; así iba madurando y haciéndose hombre.
Dar el paso hacia la madurez, la armonía,… cierto que lo
quisiéramos, pero, ¡qué difícil resulta por momentos!
5. PLEGARIA
Releo el pasaje de Jesús adolescente, me ubico junto a él y le
converso:
“Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta se-
gún costumbre”. Yo ahora tengo… años. Estoy cerca de tu
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