Page 35 - Libro Catecumeno
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2. Él está en ti, Él está contigo y nunca
                                               se va. Por más que te alejes, allí está el
                                               Resucitado, llamándote y esperándote
                                               para volver a empezar. Cuando te sientas
                                               avejentado por la tristeza, los rencores, los
                                                miedos, las dudas o los fracasos, Él estará
                                                allí para devolverte la fuerza y la esperanza.



                   ¿Será verdad que Jesús nos busca ahora y espera que le
                respondamos?, ¿no es que vivió hace muchísimo tiempo atrás?
                   Jesús vivió en Palestina hace dos mil años, pero ¡AHORA ESTÁ
                VIVO! No volvió a la vida anterior, sino que Dios lo colmó de vitalidad
                y de poder. Porque ha resucitado, sigue presente y actuando en la
                historia del mundo y de las personas. Está actuando hoy… siempre
                que le dejemos entrar.
                   Pero cada uno de nosotros debe “engancharse” en Jesús. Por
                eso, Francisco nos repite:
                    «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte,
                    «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte,
                    y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte,
                    y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte,
                    para fortalecerte, para liberarte» 1 1 .
                    para fortalecerte, para liberarte» .
                   Se trata de abrirle el corazón.
                   Así como hicieron aquellos que escucharon el primer anuncio de
                San Pedro, en los inicios:


                Hechos 2,
                   22 Pedro les dijo: israelitas, escuchen mis palabras:
                   —Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con
                los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por su medio, como bien
                saben.  A éste hombre, ustedes lo crucificaron y le dieron muerte por medio
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                de gente sin ley.  Pero Dios lo resucitó y todos nosotros somos testigos de
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                ello.  Exaltado a la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo
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                prometido y lo ha comunicado como ustedes están viendo y oyendo.
                   Reconozcan que a este Jesús, crucificado por ustedes, Dios lo ha nombrado
                “Señor y Mesías”.  Lo que oyeron les llegó al corazón y dijeron a Pedro y a
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                los otros apóstoles: - ¿Qué debemos hacer, hermanos?  Pedro les contestó:
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                   - Arrepiéntanse y háganse bautizar invocando el nombre de Jesucristo, para
                que se les perdonen los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.


                   1 Francisco, “La alegría de evangelizar”, 164.


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