Page 37 - Libro Catecumeno
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•  Y ahora está vivo a tu lado cada día… He escuchado lo de la
                    resurrección, que saliste del sepulcro; pero otra cosa es saber,
                    ¡que estás cerca de mí, a mi lado, y cada día!
                •  Para iluminarte, para fortalecer-
                    te, para liberarte… Pensaba que
                    sólo estabas en el templo, y re-
                    sulta que te gusta venir conmigo;
                    resulta que me conoces y sabes
                    lo que me gusta y entusiasma,
                    también cuando voy a oscuras,
                    sin saber qué decidir. Jesús, ¡ven
                    por favor! ¡Ven a iluminarme, a for-
                    talecerme, a liberarme…!


                6. PROYECCIÓN

                   Converso con mis padres o con alguna otra persona, a quien le
                tenga confianza. Le pregunto:
                    ¿Qué es lo más importante de “ser cristiano”?
                    Si me dicen que se trata de encontrarse con Jesús, de conocerlo, amarlo,
                    admirarlo, le comento y le agrego algo de lo que he entendido hoy.
                    Si me dicen otras cosas (rezar, los sacramentos, los mandamientos u otros….),
                    les digo que ¡SE TRATA DE ENCONTRARSE CON JESÚS! Lo digo convenci-
                    do/a, con seguridad y entusiasmo.
                    En la siguiente sesión de catequesis compartiré la experiencia.

                7. PARA RECORDAR



                   •  El «kerygma» es el anuncio gozoso y convencido de Jesucristo,
                      que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la
                      misericordia infinita del Padre.
                   •  Es el anuncio más importante, que siempre necesitamos volver a
                      escuchar: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora
                      está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte,
                      para liberarte” .
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                   2 Cf. Francisco, “La alegría de evangelizar”, 164.


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