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La Promesa De San Juan 14:2

            1740.  Allí  está  el  Consolador;  Cristo.  Bien  pudiéramos
           seguir  y  seguir,  y  darlo  a  conocer.  ¿Qué  es  Él?  El  es  un
           Consolador. La simiente de Abraham  hereda lo que Él es.
           Es    Jesús  morando  en  un  ignorante  pescador,  en  un
           carpintero, en un predicador ignorante o en lo que sea. Él
           es  un  hombre  que  desea  ser  un  ignorante  en  cuanto  a  las
           cosas del mundo y permitir que Jesús, el Espíritu de Dios, el
           Sello, el Consolador, entre a morar en él. A él no le importa
           el prestigio. Dios es su único deseo.[¿QUÉ  ES  EL  ESPÍRITU
           SANTO?, páginas 11, 12, 15, 16, 17, 30, párrafos 40, 41, 42, 44, 52, 53,
           54, 55, 57, 58, 114. Predicado un día miércoles por la noche, 16 de
           diciembre  de  1959,  en  el  Tabernáculo  Branham,  en  Jeffersonville,
           Indiana, E.U.A.]

            1741.  Yo nunca  he creído que el Cielo  es un  lugar donde
           hayan    montones  de  edificios  donde  hayan    montones  de
           casas allá arriba  hechas de mezcla, rellenos con papel, con
           pinturas  en  las  paredes.  Yo  nunca  he  creído  que  un  ser
           sobrenatural  tenga que   vivir en una casa   literal. Yo creo
           que cuando Jesús hablo en Juan 14 y dijo: “En  la casa de
           mi  Padre  muchas  moradas  hay”,  Él    se    refería  a  un
           cuerpo,  a  un  lugar    para    morar.  Porque  las  Escrituras
           verifican la misma cosa y dicen: ―Si éste tabernáculo terrestre
           se  disolviere,  tenemos  uno  que  está  listo  esperando.‖  ¿Lo
           ven? Los seres mortales son los únicos que viven en moradas
           mortales; seres inmortales.  Y el lugar al cual  vamos hasta
           tanto regresemos no es un lugar hecho de ladrillos, mezcla,
           barro, piedras preciosas o joyas; es un lugar, una condición
           en  la cual  nos mudamos fuera de esta dimensión…

            1742.  En  el  mismísimo  momento  en  que  salimos  de  estas
           regiones  mortales,  no  entramos  al  olvido  o  algún  espíritu
           sobrenatural,  sino  que  vamos  a  un  tabernáculo,  a  una
           morada. Y eso podría ser  aquí  mismo en éste edificio en
           esta  mañana,  en  un  lugar    preparado  por  Dios  solamente.
           [UNION POR REDENCION, del Libro De Citas, página 3-B, párrafo
           28. Predicado el 3 de abril del 1955.]

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