Page 162 - Encuentra tu persona vitamina
P. 162

La  pornografía  y  la  prostitución  tocan  mi  fibra  sensible.  Conozco  ese
                mundo muy de cerca y soy consciente de las miserias, dramas y tristezas que

                puede llegar a generar tanto en los que actúan como en los que observan. Al
                otro lado se encuentran millones de usuarios que pasan horas delante de la
                pantalla experimentado subidones de dopamina mientras miran esas escenas.
                   «¿Cuánta pornografía ves a la semana?». Esta pregunta se la hago a menudo
                a mis pacientes. Soy consciente de que forma parte de la rutina de muchos, y

                me gusta poder ayudarles a entender cómo ver porno les influye en su vida
                sexual, personal, cognitiva o de pareja.
                   No  hace  mucho  participé  en  el  Congreso  Nacional  de  Pediatría
                impartiendo una sesión, y antes de comenzar este fue uno de los temas que

                tratamos entre los médicos. Consumir mucha pornografía puede modificar la
                estructura y el funcionamiento del cerebro. La consecuencia se conoce: uno
                puede  caer  en  una  adicción.  Una  persona  adicta  comienza  a  consumir  tras
                sentir vacío, tristeza, soledad o aburrimiento, que busca llenar con algo que le
                produce una gratificación inmediata —y el porno la proporciona—. Por eso

                el sexo online tiene una forma de actuación muy similar a las drogas.
                   Esa dopamina que se segrega a niveles altos de forma antinatural altera el
                sistema de recompensa, dificultando que sintamos placer en la vida real. Esta
                es  la  razón  por  la  que  muchas  personas  que  consumen  pornografía  tienen

                disfunciones  sexuales  a  la  hora  de  practicar  sexo  con  sus  parejas:  casi  un
                cincuenta por ciento presenta problemas en la erección, pero ese «problema»
                desaparece cuando vuelven a incrementar el consumo de porno.
                   Por otro lado, ver porno bloquea la corteza prefrontal —y se ha visto que
                con el tiempo puede provocar que esta disminuya de tamaño—. Eso impacta

                en la capacidad de aprender, de memorizar y de prestar atención, que se ven
                mermadas por el porno.
                   Un  estudio  publicado  por  la  revista  Archives  of  General  Psychiatry
                expone cómo el exceso de pornografía daña los centros de recompensa del

                cerebro.  Cuanta  más  dopamina,  más  necesidad  tenemos  de  consumir.  Se
                produce  una  tolerancia  al  producto  de  consumo,  y,  por  tanto,  el  contenido
                tiene que ser cada vez más agresivo, violento o explícito para generarnos una
                recompensa similar. De hecho, las investigaciones apuntan a que la adicción a
                la pornografía y al alcohol activan la misma zona del cerebro —el núcleo

                estriado—. Si este consumo persiste en el tiempo, el núcleo caudado y los
                ganglios basales disminuyen de tamaño.
   157   158   159   160   161   162   163   164   165   166   167