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Es decir, si esa primera vez tuvo un componente negativo o doloroso, esto
puede influir en las sucesivas relaciones sexuales.
La primera vez queda marcada en nuestro cuerpo, en nuestro corazón y en
nuestra mente. ¡Si estuvo bien, es más fácil que todo fluya en las siguientes
veces! El problema radica en si fue traumático, doloroso o vergonzoso. Esto
no significa que nos afecte a todos de igual manera. No deja la misma huella,
ya que depende de muchas circunstancias, pero son bastantes los estudios que
revelan que esa primera aproximación a la sexualidad nos altera de forma
más intensa de lo que se podía pensar.
En la revista The Journal Sexual of Medicine hay varios artículos
publicados al respecto. Es difícil buscar una temática sobre esto que no haya
sido analizada por algún grupo de investigación. El Departamento de
Psicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Otago, en Nueva
Zelanda, aporta ideas muy interesantes: si la primera vez se vivió de manera
negativa o dolorosa, esto tendrá un impacto en el futuro de las relaciones
sexuales. Los resultados muestran que no se trata solo de la edad —que
lógicamente influye—, sino de otros factores que son más decisivos. Estos
están relacionados con cómo se vivió el momento en sí: el haberse sentido
coaccionado, las presiones externas, si se estaba consumiendo alguna droga o
bajo los efectos del alcohol, si uno estaba inseguro, si existía la sensación de
ser utilizado, el no tener la conciencia tranquila por algo realizado, el
contexto o las expectativas.
LAS EXPECTATIVAS SON CLAVE
Hoy los jóvenes han visto tanta pornografía y han obtenido tales respuestas
a sus dudas e inquietudes en internet, que es casi imposible que esa primera
vez cumpla con lo esperado. La decepción puede convertirse en frustración,
pero también en algo más traumático que a la larga bloquee o genere
ansiedad.
LA PRESIÓN DE LOS IGUALES