Page 7 - Revista Octubre
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El diablo en






                                                                         la botella




                                                                      Rosa Navas Espinosa



             Lo más difícil de este supuesto diablo de la botella, es las reacciones que genera en

             una familia. Sobre todo, porque el entorno es tan permisivo y la mayor parte de
             personas o socapan a Daniel o huyen del problema. «Un vasito decían o no es nada
             solo  es  tomador  social  o  no  pasa  nada  porque  es  tranquilo».  Él  cargaba  en  su

             espalda  un  bagaje  invisible  tan  pesada  que  sumando  la  botella  de  alcohol
             desencadenó una deformidad. Luego de la llegada de Mariana, la mayor parte de la

             familia pensó que todo ese peso se había liberado y que se aclaraba su mirada. No
             puedo emitir ningún comentario acerca de eso, siento que su inframundo, ese que

             tanto frecuentaba se quiere infiltrar por nuestro hogar. Daniel por estar besando esa
             botella había robado joyas de mi madre, asimismo, había robado las botellas de ron

             y whisky de mi padre. Nadie se inmutó, era una casa donde todo lo permitían. Si
             alguien optaba por hablar con él, Daniel sólo negaba la situación, negaba su cambio
             en el espejo, negaba su reflejo y su modo de mirar a la gente. Tanto cambio que en

             un punto de la historia su palabra y su voz se volvieron flechas contra la gente que
             se preocupaba por él. Yo como hermana me pregunto: «¿En qué terminará todo

             esto? ».



             Él peor error de una enfermedad de este tipo es llegar a pensar que esa abulia tan

             característica de las personas que tienen alguna adicción terminará en un pestañeo.
             Ya  pasaron  meses  y  el  semblante  lánguido  de  Daniel,  con  su  cuerpo  inerme  y
             destruido sigue deteriorándose. He conversado con varias personas, dicen que la

             mejor opción es meterlo a un centro, dónde se encontrará terapia integral, eso sí,
             los mejores lugares son caros e implica vender todo lo que se pueda de la casa. A

             esa  botella  del  diablo  no  le  importa  la  edad,  ni  el  género,  ni  la  situación  socio
             económica; se lo bebé todo hasta las esperanzas.
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