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drán que jugarse en paro con él, pero la gran
masa de la oficialidad está cada vez menos
satisfecha, y más expresiva en su desconten-
to. El conservatismo va desembocando len-
ta pero seguramente en el antigobiernismo.
Hablo de los dirigentes, porque tengo la
impresión de que la masa conservadora es
profunda y francamente antigobiernista. La
Iglesia está contra Rojas, y aun cuando logre
parciales armisticios, la suerte de esa lucha
está echada. Ni él puede abandonar su Ter-
cera Fuerza, ni la Iglesia cederle en su posi-
ción adversa. Aparte de que la batalla que se
libra alrededor de Sendas es mucho más gra-
ve y sin solución, porque el General necesita
a Sendas y tiene que tratar de absorber la ca-
ridad y la beneficencia privadas, y la Iglesia
no se puede dejar arrebatar esas herramien-
tas esenciales de su misión.
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