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niños contaban historias y aventuras increíbles.
El cielo azul daba una tranquilidad y una paz
indescriptible, el verde de los árboles y del pasto
contrastaban, y un durazno en plena época de floración
con el color de sus flores, y el movimiento rítmico de
sus ramas que en cada ir y venir perfumaban el
ambiente con un exótico aroma, que parecía que
inspiraba a los pájaros a ofrecer conciertos que hacían
vibrar los corazones con mas fuerza.
Salí de mi casa corriendo, feliz y lleno de ilusiones,
como fui el primero en llegar me puse a observar la
naturaleza
Pude ver como sobre los alcatraces se deslizaban los
caracoles mustiamente, dejando una baba brillante como
estela de cometa, las hormigas entre el pasto buscaban
sus veredas, para llevar a sus almacenes pedacitos de
hojas verdes, que cortaban de un frondoso árbol del que
bajaban ordenadamente. Mire el maravilloso cielo azul,
admire el sol y di gracias al creador que día a día nos da
la luz, calor, agua, aire, unos paisajes multicolores y una
armonía y paz que hace de este mundo un paraíso.
Estaba ensimismado cuando un sonido fuerte y extraño
me hizo reaccionar, era Cruz, el conserje, como se
llamaba este hombre moreno, robusto y pulcramente
vestido de Lanco, como siempre lo vería durante los
próximos años, le pegaba con tremenda fuerza a un riel
que colgado de una higuera se hacia escuchar varias
calles a la redonda. Mientras yo contemplaba el cielo, el
