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durazno, los caracoles y las hormigas, ya casi habían

llegado todos los niños y los maestros, y naturalmente la

señorita Directora, Doña Elena Ramírez Falcón, tía
política de mi primo Juan Luis, hijo mayor de mi

querida tía Sarita, hermana mayor de mi mama.

El sonido del riel a las ocho de la mañana en punto,

formaba parte de nuestra vida y era el indicador que a

partir del momento que sonaba, empezaba el nuevo día.

Cruz no estaba solo, lo acompañaban en sus labores

Cata, su esposa y Kika su cuñada, quienes eran las
encargadas de barrer, trapear, sacudir, lavar baños y

muchas cosas mas, además se daban tiempo para a la

hora del recreo preparar unos ricos sopes, quesadillas,

agua fresca, frutas y un sinfín de golosinas. Cruz

indicaba el sitio donde cada niño debería formarse, una

vez ordenados los doce grupos, procedía el desfile,

rápidamente cada niño pasaba frente a la directora.
De repente estiraba la mano, tomaba a un niño de la

mano y lo separaba del grupo con un jalon de oreja o de

patilla, terminado el desfile enviaba a su casa al niño, o

lo castigaba según el caso lo ameritaba. Si el niño traía

sucias las manos, las orejas, el calzado sin limpiar o el

cabello despeinado, falta de un botón, ropa sucia o rota.

Debería permanecer el castigado parado como garza

quince minutos a la hora del recreo, en un pie, si se

daba el caso que se juntaran tres o mas violaciones el
niño era enviado a su casa para corregir las faltas y

regresar lo mas rápido posible, reparada la falta y con un