Page 12 - 2do Secundaria_Anexos
P. 12
El Reinado de Dios Parábola de los talentos
En otra ocasión se puso a enseñar junto al lago. Se reunió junto a él Es como un hombre que se marchaba al extranjero; antes llamó a
tal gentío que hubo de subirse a una barca metida en el agua; se sus criados y les encomendó sus posesiones. A uno le dio cinco
sentó mientras la gente estaba en tierra junto al lago. Les enseñaba millones; a otro, dos; a otro, uno; a cada uno, según su capacidad.
muchas cosas con parábolas, les decía, instruyéndolos: «¡Atención! Y se marchó. Inmediatamente el que había recibido cinco millones
Salió un sembrador a sembrar. Al sembrar, unos granos cayeron negoció con ellos y ganó otros cinco. Lo mismo el que había reci-
junto al camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron bido dos millones, ganó otros dos. El que había recibido un millón
en terreno pedregoso, con poca tierra; al faltarles profundidad, bro- fue, hizo un hoyo en tierra y escondió el dinero del amo. Pasado
taron enseguida; pero, al salir el sol, se abrasaron, y, como no tenían mucho tiempo se presentó el amo de los criados para pedirles
raíces, se secaron. Otros cayeron entre cardos: crecieron los cardos cuentas. Se acercó el que había recibido cinco millones y le pre-
y los ahogaron, y no dieron fruto. Otros cayeron en tierra fértil y dieron sentó otros cinco diciendo: «Señor, me diste cinco millones; mira,
fruto, brotaron, crecieron y produjeron, unos treinta, otros sesenta, he ganado otros cinco». El amo
otros cien». Y añadió: «Quien tenga oídos para oír que escuche». le dijo: «Muy bien, siervo fiel y
Cuando se quedó a solas, los acompañantes con los doce le pre- cumplidor; has sido de fiar en lo
guntaron acerca de las parábolas. Él les decía: menudo, te pongo al frente de lo
—A ustedes se les comunica el secreto del Reinado de Dios; a los importante. Entra en la fiesta de
de fuera todo se les propone en parábolas de modo que por más tu amo». Se acercó el que había
que miren, no vean, por más que oigan no entiendan; no sea que recibido dos millones y dijo:
se conviertan y sean perdonados. «Señor, me diste dos millones;
Y les añadió: mira, he ganado otros dos». El
—Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a entender las res- amo le dijo: «Muy bien, siervo fiel
tantes? y cumplidor; has sido de fiar en
El que siembra, siembra la palabra. Unos son los que están junto al lo menudo, te pondré al frente
camino donde se siembra la palabra; en cuanto escuchan, llega Sa- de lo importante. Entra en la
tanás y se lleva la palabra sembrada. Otros son como lo sembrado fiesta de tu amo». Se acercó
en terreno pedregoso: cuando escuchan la palabra, la acogen con también el que había recibido
gozo; pero no tienen raíces, son inconstantes. Sucede una tribula- un millón y dijo: «Señor, sabía
ción o persecución por la palabra, y al punto fallan. Otros son los que eres exigente, que cose-
sembrados entre cardos: escuchan la palabra, pero las preocupa- chas donde no has sembrado y
ciones mundanas y la seducción de las riquezas y el afán por todo reúnes donde no has espar-
lo demás se les mete, los ahoga y los deja sin fruto. Los otros son cido. Como tenía miedo, enterré
lo sembrado en tierra fértil: escuchan la palabra, la acogen y dan tu millón; aquí tienes lo tuyo». El
fruto de treinta o sesenta o ciento. amo le respondió: «Siervo in-
digno y holgazán, puesto que sabías que cosecho donde no sem-
Mc 4, 1-20
bré y reúno donde no esparcí, tenías que haber depositado el
Les decía: dinero en un banco para que, al venir yo, lo retirase con los inte-
—¿A quién se parece el Reinado de Dios?, ¿a qué lo compararé? reses. Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que
Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra tiene se le dará y le sobrará; al que no tiene se le quitará aun lo que
en su huerto; crece, se hace un arbusto y las aves anidan en sus tiene. Al criado inútil expúlsenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el
ramas. llanto y el crujir de dientes».
Mt 25, 14-30
Lc 13, 18-19
z Unidad 8, pág. 125, act. 6
El Reinado de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo:
lo descubre un hombre, lo vuelve a esconder y, todo contento,
vende todas sus posesiones para comprar aquel campo.
Mt 13, 44 Parábola del buen samaritano
Jesús le contestó:
El Reinado de Dios se parece a una red echada al mar, que atrapa —Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos ban-
peces de toda especie. Cuando se llena, la sacan a la orilla, se doleros que lo desnudaron, lo cubrieron de golpes y se fueron de-
sientan, reúnen los buenos en cestas y los que no valen los tiran. jándolo medio muerto. Coincidió que bajaba por aquel camino un
Mt 13, 47-48 sacerdote y, al verlo, pasó de largo. Lo mismo un levita, llegó al
lugar, lo vio y pasó de largo. Un samaritano que iba de camino llegó
z Unidad 8, pág. 123, act. 2; unidad 8, pág. 123, act. 3 adonde estaba, lo vio y se compadeció. Le echó aceite y vino en
las heridas y se las vendó. Después, montándolo en su cabalga-
dura, lo condujo a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos
denarios, se los dio al posadero y le encargó: «Cuida de él, y lo que
gastes te lo pagaré a la vuelta». ¿Quién de los tres te parece que
se portó como prójimo del que tropezó con los bandoleros?
Consejos de Jesús Contestó:
—El que lo trató con misericordia.
Mirad, yo los envío como ovejas entre lobos: sean cautos como Y Jesús le dijo:
serpientes, cándidos como palomas. —Ve y haz tú lo mismo.
Mt 10, 16 Lc 10, 30-37
z Unidad 8, pág. 127, act. 12 z Unidad 8, pág. 125, act. 10; unidad 8, pág. 129, act. 21
NQQ