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2.3. La fe como cambio de vida
y exigencia de compromiso
En el relato del Camino de Emaús has visto cómo el encuentro con Jesús resucitado
supone un cambio de vida para los dos discípulos. Este cambio fue posible porque
tuvieron una experiencia de conversión.
Esa conversión se dio porque realizaron una elección personal por Jesús, es decir,
optaron por creer en Él y en el modelo de vida que les proponía. Esta opción es un
acto que cada individuo realiza libre y responsablemente.
Este cambio de vida tiene una serie de exigencias que se concretan en el compro-
miso. El compromiso de la fe prolonga la misión de Jesús y especialmente su servicio
a los más pequeños, esto es, a quienes menos tienen, a quienes más padecen las
injusticias de este mundo.
Ese compromiso ha llevado y lleva a los cristianos a todos los rincones de la tierra,
para dar testimonio de su amor a Dios y a las personas. Fíjate en que allí donde
surge una necesidad, allí donde un ser humano necesita ser atendido, se encuentra
un cristiano comprometido.
Todo lo que yo hago es una gota Compromiso
en el océano, así de pequeño es
lo que podemos hacer, y sin em- • El compromiso es una tarea personal o colectiva, aceptada desde la libertad, pensada
bargo, si yo no lo hiciera, al océano y trabajada para ayudar a los demás, sobre todo a los necesitados.
le faltaría una gota. • Para comprometerse no basta con proponérselo, ni expresarlo de palabra; es necesaria
la acción.
Santa Teresa de Calcuta
• El grupo de los cristianos comprometidos con Jesús y con el Reino de Dios forma la co-
munidad de los creyentes.
• El compromiso es una exigencia de la fe.
Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe si no tiene obras?
¿Podrá salvarlo la fe? Supongan que un hermano o hermana andan medio desnudos,
faltos del sustento cotidiano, y uno de ustedes le dice: ve en paz, caliente y saciado;
pero no le da para las necesidades corporales, ¿de qué sirve?
Lo mismo la fe que no va acompañada de obras, está muerta del todo. Uno dirá: tú tienes
fe, yo tengo obras: muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré por las obras mi fe. ¿Tú
crees que existe Dios? ¡Muy bien! También los demonios creen y tiemblan de miedo.
¿Quieres comprender, hombre necio, que la fe sin obras está inerte?
Nuestro padre Abrahán, ¿no hizo méritos con las obras, ofreciendo sobre el altar a su hijo
Isaac? Estás viendo que la fe operaba con las obras, y por las obras la fe llegó a su perfección.
Y se cumplió lo que dice la Escritura: Abrahán se fió de Dios y se le apuntó en su haber y
se le llamó amigo de Dios. Ven que el hombre hace méritos con las obras y no sólo con la
fe. Lo mismo Rajab, la prostituta, ¿no hizo méritos con las obras, acogiendo a los mensajeros
y despidiéndolos por otro camino?
Como el cuerpo sin aliento está muerto, así está muerta la fe sin obras.
Sant 2, 14-26
UU