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1.4. La mesa del reconocimiento

Nos encontramos en el momento más importante del relato de Emaús:
cuando los dos discípulos reconocen a Jesús resucitado.

Mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se
lo dio. Se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Lc 24, 30-31

Seguramente, el hecho de tomar el pan, bendecirlo, partirlo y repartírselo
les evocó la Última Cena, donde Jesús instituyó la Eucaristía.

Es precisamente en ese momento cuando los dos discípulos descubren que
La Eucaristía es el corazón, la
el compañero de camino es Jesús, el crucificado, que ahora está ante ellos
cumbre de la vida de la Iglesia,
en una vida radicalmente nueva. pues en ella Cristo asocia su Iglesia
Lo que ha pasado con Jesús únicamente tiene sentido desde la actuación y todos sus miembros a su sacrificio
de alabanza y acción de gracias ofre-
de Dios. Él es «el que ha resucitado a Jesús de entre los muertos» (Rom
cido una vez por todas en la cruz a
4, 24).
su Padre; por medio de este sacrificio
Este acontecimiento es la Revelación última de Dios. El Dios que creó las derrama las gracias de salvación so-
cosas de la nada y marcó el designio de su voluntad en la creación entera, bre su Cuerpo, que es la Iglesia.
el Dios de Abrahán, de Moisés, de los profetas… se ha mostrado en Jesús Catecismo Iglesia Católica, N.° 1407
como «Dios de vivos y no de muertos» (Mc 12, 27).
La Eucaristía

Para los cristianos, la Eucaristía es:
— El lugar preeminente del encuentro con Jesús resucitado. En ella Jesús ofrece de nuevo su Cuerpo y su Sangre como
salvación de la humanidad y se hace presente en el pan y el vino de la Eucaristía.
— Alimento y sustento: es pan de vida y bebida de salvación.
— Ayuda en su vida: es un elemento primordial para edificar la comunidad cristiana: para compartir, para vivir la fraternidad,
para servir a los demás.
— Esperanza compartida: confirma que la promesa de Dios se cumplirá.
Los cristianos se reúnen para celebrar la Eucaristía como:
— Memorial, es decir:
• Renovación de la Última Cena de Jesús, su muerte redentora y su resurrección.
• Sacrificio, que hace presente el sacrificio redentor de Jesús en la cruz.
— Presencia: bajo el pan y el vino, convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
— Acción de gracias: proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de las personas.
La celebración de la Eucaristía:
— Produce la unión con Cristo.
— Purifica de los pecados leves cometidos y preserva de futuros pecados.
— Hace la Iglesia.
— Entraña un compromiso a favor de los pobres.

Y el relato de Emaús sigue con estas palabras: «Él desapareció de su vista» (Lc 24, 31). En este momento la presencia
física ya no es necesaria. El resucitado está vivo. Aquí por fin coinciden las perspectivas de los creyentes de todos
los tiempos y los discípulos de Emaús. Le pueden reconocer si saben ver los signos de su presencia y se encuentran
personalmente con Él.

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