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152 Dr. William Soto Santiago
subió a la séptima dimensión, sino el que descendió de la
séptima dimensión: el Hijo del Hombre, que está en el
Cielo; y Él estaba en la Tierra. Él sabía lo que Él había sido
antes de aparecer en la Tierra.
Él decía: “Antes que Abraham fuera, yo soy” [San Juan
8:58]. “Y Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”
[San Juan 8:56]; porque Él vino de la séptima dimensión,
pasó a la sexta dimensión y tomó un cuerpo teofánico que
Él creó para sí mismo, y luego pasó a esta dimensión
terrenal en un cuerpo que Él creó en el vientre de María.
Por lo tanto, allí estaba Dios, el Ser de la séptima
dimensión, el Creador de los Cielos y de la Tierra, metido
en un cuerpo de carne; pero creado por Dios, venido a este
mundo sin pecado ese cuerpo. Y allí estaba el Creador de
los Cielos y de la Tierra metido en ese cuerpo, con su
cuerpo teofánico también.
Así que Él podía ver en otras dimensiones. Él podía ver,
no solamente en la dimensión de Dios, Él podía ver no
solamente las cosas buenas; Él también podía ver en otras
dimensiones. Él en una ocasión dijo: “Vi al diablo que bajó
como una estrella, como un cometa, a la Tierra” [San Lucas
10:18].
Para aquellos días había bajado (¿para qué?) para
encarnarse en Judas Iscariote, que fue la manifestación del
diablo en carne; fue la segunda serpiente, y fue el segundo
Caín. Así que vean ustedes, también fue el segundo
Nimrod.
Vean ustedes todo lo que el Señor Jesucristo podía ver.
Tenía las dos consciencias juntas; el Espíritu teofánico