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El Misterio de la Bendición de . . . 163
la lucha, y obtuvo la compra de la primogenitura a su
hermano, la obtuvo por comida. Menospreció su hermano
esa Bendición tan grande de la Primogenitura por una
comida; pero Jacob, que buscaba la bendición de Dios, la
ganó, la compró; no le importó dar toda esa comida.
Aunque Jacob se quedó sin comer, pero se quedó con la
bendición de Dios.
Y eso es lo que hacen los que son descendientes de
Dios, los cuales pertenecen y son el Israel celestial: Ellos
si tienen que perder el desayuno, el almuerzo o la cena por
escuchar la Palabra, la pierden; pero no pierden la
bendición de Dios.
Pero están los que son como Esaú, que por una comida
pierden la bendición de Dios. Y a algunos les ha sucedido
como a Esaú, algunos han perdido la bendición de un día,
de una actividad, por ponerse a comer, en vez de madrugar
más, si quieren comer, para después estar a tiempo para
escuchar la bendición de Dios.
Ahora, vean ustedes, Jacob obtuvo la bendición de Dios,
aunque no comió; y Esaú comió, y la perdió. Uno amaba la
Bendición de la Primogenitura; el otro le daba lo mismo
tenerla o no tenerla. Pero “nadie sabe lo que tiene (dice un
proverbio) hasta que lo pierde”; por esa causa uno debe
cuidar lo que tiene, lo que Dios le ha dado, apreciarlo,
amarlo, y darle gracias a Dios por lo que Dios le ha dado.
Ahora, luego Jacob encontramos que cuando su padre
tenía que echar la bendición sobre sus hijos, Jacob sabía
que al primero que él recibiera para bendecir, ese se
llevaría la Bendición de la Primogenitura; y como todo