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168 Dr. William Soto Santiago
no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el
Cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro...” [San Mateo 16:13-
17]. Ahí le cambió el nombre; vean, recibió un cambio de
nombre cuando obtuvo la revelación de quién era Jesús de
Nazaret. Él reconoció quién era Jesús.
Jesús había dicho en una ocasión, o Él dijo... cuando
Felipe dijo a Jesús: “muéstranos al Padre, y nos basta”.
Jesús dijo: “¿Tanto tiempo hace, Felipe, que estoy con
vosotros, y todavía no me has conocido? ¿No sabes que yo
estoy en el Padre, y el Padre está en mí, y el que me ha
visto a mí, ha visto al Padre?” [San Juan 14:8-10].
Ver a Jesucristo era ver a Dios velado en carne humana,
ver a Dios en forma humana. Las personas estaban viendo
el velo de carne donde habitaba Dios. “Grande es el
misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”,
dijo el apóstol San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo
3, verso 16.
Y ahora, Jacob estaba viendo a Dios cara a cara en Su
manifestación teofánica, estaba viendo a Dios en ese velo
teofánico; por lo tanto él dijo: “vi a Dios cara a cara”.
Una persona puede ver a Dios cara a cara en el cuerpo
teofánico de Dios; una persona puede ver a Dios cara a cara
en el cuerpo de carne que Él tenga; una persona puede ver
a Dios en las diferentes formas en que Dios se manifieste,
se revele, en esa edad o en esa dispensación.
Así que vean ustedes, Dios puede ser visto, y Dios
puede ser escuchado, en la forma en que Él esté
manifestado en esa edad o en esa dispensación.
Ahora, aquí Jacob quería algo de parte de Dios: él quería