Page 35 - REGLAMENTO PARVULARIA 2020
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Por último, los estudiantes comprenden el sentido de las normas, generando de esta manera, una
mayor posibilidad de que las respeten. Este modelo formativo es consistente con el perfil de
estudiante que el colegio desea desarrollar.
Se pretende formar a un estudiante que:
Se integre solidariamente a la comunidad educativa, sintiéndose parte activa e importante de ésta,
siendo sensible a cuanto sucede en su entorno y capaz de tomar iniciativas en la resolución de
problemas comunitarios, mostrando optimismo y espíritu emprendedor.
Sea capaz de interrelacionarse con los demás con lealtad y respeto a las diferentes maneras de
pensar, actuar y sentir de los otros; sabiendo descubrir, apreciar y potenciar las cualidades que cada
ser humano tiene. Así como también, sea capaz de amar, formando una comunidad que valora los
vínculos afectivos entre las personas y favorece las relaciones de confianza y familiaridad y, por lo
tanto, valora a la familia.
Sea capaz de responsabilizarse por su desarrollo intelectual, espiritual y de autoconocimiento,
descubriendo en el conocimiento una vía de perfección, comprendiendo el valor del trabajo y de la
autodisciplina, como parte de la construcción del propio proyecto de vida.
Desarrolle y valore el sentido de la honradez, adoptando una actitud de búsqueda de la verdad,
elaborando libre y responsablemente planteamientos críticos.
2. MEDIDAS PEDAGÓGICAS PARA LA CONVIVENCIA ESCOLAR
El colegio constituye el contexto social, después del hogar, donde niños, niñas y jóvenes aprenden a
relacionarse con los demás, respetar a otros, tomar decisiones, resolver conflictos de manera pacífica,
trabajar en equipo, apoyar y ser solidario; todas ellas, competencias necesarias para una formación
democrática y comunitaria. Esta meta no se logra de manera espontánea. Los colegios deben
disponer de políticas y procedimientos que impulsen un proyecto educativo, dándole coherencia en
el diario vivir. El colegio, representado en sus diferentes actores, debe ser modelo de
comportamiento para sus estudiantes. Es así como la institución, en su conjunto, debe hacer
aprendizajes, que potencian sus conocimientos éticos y desarrolle sus habilidades emocionales y
sociales. Cabe destacar que, para que los estudiantes realmente logren las habilidades destinadas a la
tolerancia, el respeto y la buena convivencia, este modelo de interrelación debe ser coherente con
aquel que se presenta en el proceso de enseñanza aprendizaje. Es decir, en lo que ocurre clase a
clase. Si dentro de cada sesión, los estudiantes siguen realizando sólo actividades individuales o
incluso competitivas, no estaremos enseñando más que a competir o a trabajar solos. Una de las
formas que existe a nivel internacional para desarrollar la convivencia a través de las propias
estrategias metodológicas, es el aprendizaje cooperativo. El aprendizaje cooperativo logra regular la
participación de los niños, promoviendo la interdependencia positiva (el logro del compañero ayuda
al otro), la “responsabilización” individual, la participación equitativa (todos participan por igual) y la
interacción simultánea (varios están activamente participando al mismo tiempo). El aprendizaje
cooperativo genera procesos cognitivos motivacionales y afectivo sociales, que favorecen el
aprendizaje significativo. El tener que explicar a otros, defender posturas, crear colectivamente
conocimiento, obliga a un uso más complejo del lenguaje y genera procesos cognitivos de mayor nivel
que el aprendizaje individual. La cooperación y ayuda mutua, las mayores posibilidades de tener éxito